lunes, 31 de diciembre de 2012

El Polvo



El San Diego que yo conocí cuando estaba en el colegio (el Barros Borgoño) era un San Diego lleno de polvo. Muchas vitrinas tenían el mismo mal. Me recuerdo una en especial: se llamaba “casa Calvetty” y su giro era la venta de instrumentos musicales. Sus vitrinas lucían innúmeras antiguallas polvosas. Esos casos de desidia son clara señal de decadencia. Una señal sociológica. Si tuviera una fotografía de esa tienda la mostraría. Muchos seres andan por la vida polvosos y con la visión de una fotografía como esa quizá recapacitarían. La casa Calvetty ya no existe. Quedaba junto a “La leona de Castilla”, que existió hasta hace poco.
        Otra famosa tienda polvosa es la Casa Keim, cuyo giro son los componentes electrónicos. Venden bolsas de leds, bolsas de diodos, bolsas de resistencias, bolsas de condensadores, etc. Antiguamente estaba en San Diego casi al llegar a 10 de julio y actualmente se halla en la propia 10 de julio. 
        Los locales polvosos parece que van en retirada. Ahora los escaparates lucen mucho mejor mantenidos. Una que mantiene el gusto por el polvo (de la que ya hablé en otra oportunidad): la librería Muñoz Tortosa, alias Libros de Ocasión (http://www.eje-san-diego.blogspot.com/2008/11/libros-de-ocasin.html). Y también la librería de la foto, en San Diego, casi llegando a Coquimbo. Aunque sea librería, no vende libros sino que artículos de escritorio. Una anomalía en ese sector, pletórico de tiendas de informática.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Dónde no comer: Delicias de Chiloé


A veces siento que la calle San Diego es la calle de los fracasos inesperados. Tengo varios ejemplos de proyectos grandiosos y enormes que se vienen abajo en algunos meses, dejando tras de si otro cartel abandonado. Debo recordar que de carteles abandonados ya he hablado en este bloghttp://www.eje-san-diego.blogspot.com/2010/05/carteles-olvidados.html
            Dentro de los fracasos inesperados está el Restaurant “Delicias de Chiloé” (ex Manjares de Chiloé), ubicado en la intersección de las calles San Diego y Copiapó. Al principio era un gran lugar para ir comer. Excelente atención (una de las garzonas era colombiana) y la comida era barata. Un salmón a la plancha con Puré (puré de papas reales y sobre todo chilotas, no puré en caja) costaba 4 lucas. Y la preparación era buena. Era el restaurante ideal: bueno bonito y barato. Y yo agregaría que abundante. Tenía otra gracia: vendían productos chilotes. Salmones al vacío, luche, ajos, papas de muchas variedades, chicha de manzana, embutidos, etc. Era una gran idea y parecía irles bastante bien. 
         Hasta que al dueño se le ocurrió vender. El nuevo dueño mantuvo toda la infraestructura. Pero le cambió el nombre, echó a las garzonas y lo cambió por un garzón ebrio y un poco demente que jamás traía lo que uno pedía. El cocinero parece que tampoco era el mismo. Los precios dejaron de ser económicos. Y para peor, el administrador era un huevón “pasao pa la punta” que siempre estaba tratando de encaletarte un producto chilote, hablándote en un tono de superioridad, por el hecho de ser del sur. El local se volvió insoportable. La última vez que fui (o que intenté ir) estaban dando un partido de Chile. Yo iba con mi hija en coche. Entré y el garzón alcohólico se me puso al frente. “¿Que busca aquí?” , me dijo. Parece que estaba con delirium. Su hálito alcohólico era fuerte. “Vengo a un restaurant, ¿esto es un restaurant o no?”. “Es que está todo reservado”, me dijo. “Hubiera partido por ahí”, le grité y me fui dando un portazo. No he vuelto a ese lugar. Quería adjuntar una foto de la época en que el restaurante era bueno, pero finalmente opté por mostrarlo como es ahora.

martes, 25 de diciembre de 2012

Punto Final



Sin duda estamos en unos tiempos en que la lectura de la prensa no necesariamente nos lleva a la realidad. Mucho del contenido de la prensa se halla completamente manipulado. Y sobre todo, los medios escritos se han concentrado en solo dos manos. Por eso, siempre es agradable comentar sobre idealistas que sobreviven a pesar de la concentración. Uno de ellos, es la revista Punto Final. Y para suerte de nuestro barrio la revista se halla ubicada en la calle San Diego. En el número 31, es decir en la primera cuadra.
            Muchos creen que la calle San Diego es de vocación izquierdista, lo que no necesariamente es cierto. Alberto Mayol lo cree así. En el capítulo 2 de su “Derrumbe del modelo” dice “hablar del modelo económico sonaba a comentario de trasnochado izquierdista, a copas de vino barato y a bar de San Diego”. No sé si eso es un halago para la calle. Por otro lado, nunca he escuchado conversaciones izquierdistas en los bares de San Diego, salvo las que se producen en mi propia mesa. Pero debe haber muchas. Al menos dentro de la calle existe este faro izquierdista que es la revista Punto Final. Quizá debido a ella Mayol dice lo que dice. Si alguno quiere visitar sus instalaciones (yo no lo he hecho), no tiene más que buscar el departamento que se indica en la foto.
              La historia del nombre de la revista es curiosa. Cuando surgió, allá por el año 65, el objetivo era hacer una revista en que los temas fueron agotados completamente por cada autor, es decir, “hasta su punto final”. Vendría a ser un símil de lo que actualmente es CiperChile. La revista fue cerrada el 73. Pero ha persistido en su permanencia. Sobrevive en San Diego. Joaquín Edwards Bello, en una crónica de año incierto, nos informa que “un diario vespertino preside la primera lonja dela calle castiza con sus bobinas de papel, sus tiras de metal, sus prensas y linotipias”. ¿De qué diario hablaba? ¿se estaría refiriendo a la Punto Final? No lo sé de momento.


sábado, 22 de diciembre de 2012

Ratones


Toda la ciudad tiene ratones. He escuchado varias estadísticas al respecto. Algunos los estiman en 3 ratones por persona y otros llegan a la fabulosa cifra de 7 ratones por persona. ¿Donde están esos millones de ratones?: en las rendijas, en las grietas, en las alcantarillas. Como se sabe, los barrios viejos son muy abundantes en alcantarillas y rendijas, por lo tanto, gran parte de la población ratonil debe estar en los barrios viejos. Yo he visto muchos, siempre de noche. En mi propia casa se escuchan rasquidos bajo las tablas. En otras oportunidades he visto ratas cruzando la calle, subiendo alguna fachada o corriendo por el parque. A veces se les ve simplemente muertos, como el de la foto.
            Quiero contar una anécdota para ilustrar el punto. En una oportunidad estábamos con mi mujer conversando en la plaza. Una mina que iba pasando (bastante atractiva), nos dice: “tengan cuidado chiquillos porque de los árboles caen ratones”. Pensamos que se trataba de una loquita. Mucha tele, mucha pastilla o ganas de molestar a la gente. La vimos alejarse. Un par de minutos después cayó un ratón a nuestros pies. Nos vio y orrió hacia el tronco del árbol para subirse de nuevo. En conclusión, los árboles de los barrios viejos deben ser abundantes en ratones. ¿Cuántos ratones por árbol?. Ignoro esa estadística.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Santa Isabel, una calle que no existía




Una de las calles que llaman la atención en el barrio, o que por lo menos a mi me llaman la atención, es la calle Santa Isabel. Hay varios motivos: la gran cantidad de automotoras, la existencia de una ciclovía, el arte gráfico de sus murallas. Hay un motivo adicional: la gran cantidad de construcciones “cortadas” que existen allí. La existencia de ese fenómeno es prueba inequívoca de expropiaciones. Y donde hubo expropiaciones, hubo “interés nacional” que requirió la medida. ¿Qué interés nacional hubo en Santa Isabel? La respuesta es obvia, pero hace poco obtuve los detalles: Santa Isabel no existía y fue construida en base a unir diversas callejuelas sin salida que existían desde tiempos inmemoriales, quizá desde finales del siglo XIX.
            Una de esas callejuelas era Inés de Aguilera. Empezaba en San Diego y terminaba en Arturo Prat, es decir, era una de las laterales de la iglesia de los sacramentinos. Según Joaquín Edwards bello, esa calle estaba llena de inmigrantes y vaciadores. Dice “Al costado del templo los Sacramentinos se encuentra la corta calle Inés de Aguilera, dedicada al comercio ígneo de vaciadores de navajas, tijeras, cortaplumas, cuchillos. Los nombres de los negocios recuerdan la procedencia de la migración incesante y sorda de humanidad en el cauce de la calle: Boston, Palermo, Versalles, Egipto, Barcelona, Ritz, Barrio Latino, Roma, Londres, Viena”. La apertura de esta avenida se hizo en una época relativamente reciente. Según documento que he encontrado, la siguiente es la descripción del estudio previo a la ejecución del proyecto El estudio tiene como requisito fundamental proponer alternativas de solución a los problemas de tránsito existentes en la red del scetor centro sur-oriente de Santiago que consideren la conexión y el redimensionamiento de un conjunto de calles hoy alineadas pero interrumpidas, conformando así una avenida continua que integre la Avda. José Arrieta en el extremo oriente de la ciudad con Diagonal Oriente; Pero L. Ferrer, Santa Isabel, Ricardo Santa Cruz, Inés de Aguilera y la calle Las Heras hasta su intersección con la Avda. Norte-Sur”. ¿Fecha del estudio anterior? 1986 a 1987. Es decir, la ejecución debe haberse terminado a principios de los 90. Cuando yo recorría el lugar en mi época de borgoñino, la apertura ya estaba realizada. Como pueden ver en el antecedente anterior, el objetivo era resolver los problemas de tránsito. Un objetivo que se cumplió, pero que rápidamente perdió efectividad: los autos siguen aumentando. El complejo de culpa municipal le ha instaló posteriormente la ciclovía.
            La foto muestra un inmueble que debió ser “cortado”, literalmente, para dar paso a la nueva avenida. Aun quedan restos que lo que fue originalmente. 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Sopaipillas


Según los libros históricos que he leído, en la segunda mitad del siglo XIX (luego de una importante migración hacia la minúscula capital de esa época), aparecieron tres tipos de soluciones habitacionales para los recién llegados: los "cuartos redondos", los conventillos y los ranchos. Los cuartos eran lo más “acomodado” y con mejor trato. Además, era la solución que se hallaba dentro del sector más urbanizado de la ciudad. Por el sur, ese sector urbanizado solo llegaba hasta Av. Matta, con suerte. Más allá de Av. Matta, la vivienda eran sobretodo ranchos y alguno que otro conventillo.
Dentro de los “cuartos redondos”, quienes tenían mejor suerte alcanzaban a conseguir alguno que diera hacia una calle principal. Digo que eso era una suerte, porque rápidamente la ventana se convertía en despacho y lugar de venta. Sobre todo de frituras y comidas callejeras. El gusto por las frituras se ha mantenido hasta hoy en el espiritu del chileno.
Respecto de utilizar la ventana como expendio, en mi barrio hay un lugar que redescubrió esa solución del siglo XIX en pleno siglo XXI. Por supuesto, tiene evidentes deficiencias higiénicas, pero no es mucho más lo que puede objetarse: cada cual tiene derecho a ganar un adicional, cualquiera sea el mecanismo. La ventana que muestro partió tímida (solo sopaipillas y los necesarios aderezos), pero rápidamente fue adquiriendo validez y fama. Ahora es venta de diversos tipos de sanguches, café, te, etc etc. Inclusive, ahora posee lista de precios y como pueden apreciar en la fotografía, es bastante larga. Además proporciona conversación gratis, televisión inclusive bancas. Es decir, es una ventana a un mundo paralelo para los múltiples trabajadores que pululan en las mañanas por los alrededores del Tottus: camioneros, cajeros del supermercado, empaquetadores, guardias, reponedores y diversos mecánicos del submundo de 10 de julio. Porque es a ellos a quien debe su impensado éxito.

martes, 13 de noviembre de 2012

Signos de la revolución



Durante las protestas estudiantiles del año pasado, Plaza Almagro fue escenario de gran parte de los enfrentamientos más violentos. De eso quedaron muchas señales por el barrio y por la plaza. Stenciles, rayados, panfletos pegados, papelografos, etc. Destaco los stenciles, esa nueva y rápida forma de arte callejero que se ha tomado los barrios viejos. El primer requisito de los stenciles es ser abundantes en ingenio. Uno de los más curiosos que me tocó ver fue el de un mono con un látigo en la mano. Clara alusión al mono de la película “El planeta de los simios”, aquel remake estrenado el año pasado y que incitaba a la revolución. Fue una película inspiradora para algunos de los estudiantes, parece. La foto que adjunto prueba esa extraña conexión. El mono estaba pintado en el suelo, afuera del Tottus. Digo “estaba”, porque el continuo avanzar de la gente lo ha borrado. Alcancé a registrarlo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Hotel Maury


Por algún motivo que no he investigado suficiente, pero que intuyo bastante, el sector de San Diego estuvo lleno de Hoteles en otra época. De hecho, Joaquín Edwards Bello, cita algunos en su crónica “Calle San Diego” (inserta en su libro Feopolis): “el incendio en la Plaza Almagro destruyó un hotelito para tortolos por ratos, el Colemono y otros negocios románticos”. Más adelante señala “¡Qué de hoteles! El Fornos, donde la maleta de Claudio de Alas fue roída por las ratas en el sótano”. Los motivos por lo que yo intuyo gran abundancia de hoteles son 2: la gran cantidad de locales nocturnos que invitaban a una escapada romántica y la gran cantidad de viajeros que circulaban por el sector debido al terminal de buses en Plaza Almagro. Por lo tanto, debieron abundar y de eso aun queda alguna huella. Algunos hoteles que aun se mantienen: el Smart, el Cat, el Paradiso y el Maury. El primero fue posteriormente comprado por esa especie de holding barrial en que se ha convertido “The Pipos”: partió siendo un topless en Alonso Ovalle con Nataniel. Luego compró el topless Tropicana, después el bar junto al Normandie y finalmente el hotel Smart. Pero esa es otra historia.
            Pero de todos, es el hotel Maury el único que merezca el nombre de hotel. El resto son todos moteles de categoría menor. En una oportunidad, entré al hotel Maury: buscaba un lugar donde pasar una noche de año nuevo. Quería conseguir una buena visión para los fuegos artificiales. Por suerte, yo no andaba solo. Entramos por la puerta estrecha que posee y subimos dos pisos de escaleras empinadas. El hotel queda en el tercero (en el segundo hay un pool) y tiene enormes habitaciones, con muy buena vista y un aspecto antiguo, pero no incómodo. Me sentí como buscando una alojamiento en La Habana. Finalmente decidimos no quedarnos, pero algo alcanzamos a conversar con los administradores: se veían gente tranquila. Después descubrí dos cosas. Una que “Maury” es el nombre de un famoso hotel europeo y que el Maury de San Diego tiene página web. Dejo la dirección:  http://www.hotelmaury.cl/

La foto que adjunto muestra la estrechísima entrada que da hacia Tarapacá, en la vereda frente al Normandie.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El cuartel San Diego



Dentro de las múltiples curiosidades que es posible hallar dentro de la historia de la calle San Diego, una de las más notables tiene relación con el origen de Chile como estado independiente. Cuando los “exaltados” se hacen del poder al mando de José Miguel Carrera (1811), su base de operaciones fue el Cuartel San Diego. En ese lugar, prácticamente se fraguó la independencia de Chile. Pero no fue lo único que ocurrió en ese cuartel.
            El 23 de marzo de 1818, luego de la batalla conocida como “La sorpresa de cancha rayada” en que fuerzas realistas vencieron a los patriotas, el pánico cundió en Santiago generándose una estampida generalizada de patriotas que veían como nuevamente fracasaba la revolución. En ese contexto, Manuel Rodríguez se presenta en el cuartel San Diego (que era decididamente carrerista y, por lo tanto, constituía la oposición a O’Higgins) y lanza su famosa frase “¡Aun tenemos patria ciudadanos!”. A continuación reúne a unos pocos partidarios, se declara Director Supremo y funda el batallón de los Húsares de la Muerte. Se creía que O'Higgins había muerto en la batalla y este acto, casi de suplantación por parte de Manuel Rodríguez, sella su suerte.
            ¿Dónde estaba ubicado tan célebre cuartel?. Según los antecedentes históricos que he podido recabar, en el patio del convento de San Diego. Actualmente allí se encuentra la Universidad de Chile y el Instituto Nacional, que como se ha demostrado persistentemente, en múltiples ocasiones y revueltas, sigue aun bajo el signo de la rebeldía del guerrillero.
            La foto muestra el aspecto del cuartel San Diego en los agitados días de las protestas del año 2011. Es la misma agitación que debió existir en 1811 o en 1818.

martes, 21 de agosto de 2012

Tottus


 
En el lugar donde actualmente está el Tottus antiguamente había un sitio eriazo donde se alojaban los circos. Creo que el último circo se instaló allá por el 2004. Tuvo algunos problemas: Tenía animales y por ese motivo el barrio estaba “pasado” a excremento de elefante y otras especies mayores. Se escuchaban gritos de elefantes y bramidos de leones en Plaza Almagro. Era bastante tremendo. Como estar en áfrica. Muchos fantaseábamos con liberarlos, pero claro, se podía morir en el proyecto. Por allá por el 2006 empezaron a construir el supermercado. Lo inauguraron como a finales de ese año. Yo no estaba muy de acuerdo. Sentía que nuestra tranquilidad provinciana se perdería. Además, recuerdo un hecho mágico que ocurrió unos pocos meses antes de que iniciaran la construcción: una lagartija cruzaba 10 de julio. No sé como era posible que un animal de los cerros pudiese estar vivo en un lugar como ese. Pero no le quedaba mucho tiempo. Mucho después, casi a punto de ser terminada la construcción, descubrí que todo el barrio estaba de acuerdo con el nuevo supermercado. Con el tiempo yo he terminado por soportarlo. Es lógico considerando que está peligrosamente cerca de mi casa. Basta caminar unos pocos metros para llegar hasta él.
            De todas maneras, el Tottus está lejos de ser un negocio ideal. Ha cometido diversas faltas. Por ejemplo está toda la problemática de los “empaquetadores”. En algún momento formaron una especie de Sindicato. En el link adjunto algo quedó registrado de sus problemáticas, que son (eran) bastante abusivas:

Otro conflicto importante lo han tenido con el Sindicato de trabajadores. La foto que adjunto, de hecho, es un registro de la última Huelga. Por ultimo, ha sido clausurado en dos oportunidades. La segunda fue bastante prolongada, unos 5 días de clausura. Lo que me informaron fue que las ratas campeaban en su interior, a su entero antojo. De eso me informé por los vecinos, porque ningún medio cubrió la noticia. “Harta plata debe haber corrido”, me dijeron. Yo creo lo mismo. Es bastante cara una “campaña comunicacional” de esa magnitud. En esa oportunidad, el supermercado hizo algunos intentos vanos de retener clientes: pusieron un gran cartel con el Tottus más cercano, en Catedral. Misterios siquiátricos del “libre” mercado.

jueves, 5 de julio de 2012

Tierra, mineral y sangre


Adjunto la fotografía de un dibujo muy curioso aparecido hace unos días en Nataniel, casi al llegar a Condor, en lo que queda de un inmueble utilizado en la película "Largo Viaje", según comenté en una crónica anterior. El dibujo es muy interesante; definitivamente étnico, con una técnica precisa y con una cierta carga ideológica reforzada por un mensaje oculto: tierra-sangre-mineral. Pueden jugar a buscarlo. El autor firma como "Estoy". He descubierto otro dibujo del autor en Bulnes, uno que parece glifo maya. Es igual de interesante.

lunes, 25 de junio de 2012

El Edificio Reval

            Para mí siempre ese edificio ha sido un misterio. Y aunque no soy muy amigo de ir a meterme a lugares con el solo objeto de estudiarlos (prefiero contar cosas reales que me han ocurrido en cada lugar), resulta que la otra vez me fui a meter al edificio, de puro “sapo”. Era la primera vez que entraba. Empecé mis averiguaciones.
            Lo primero: se trata de un edificio de forma cilíndrica (posee 12 pisos) y dividido aparentemente en dos mitades. Es cilíndrico, por lo tanto, la forma de subir, además del ascensor, es mediante una escalera helicoidal o “de caracol”, extremadamente estrecha. A pesar de la excelente ubicación, gran parte de sus oficinas permanecen desocupadas. Las oficinas ocupadas poseen negocios cuyo giro limita con la chantería: doctores que curan mediante técnicas orientales, vendedores de herbalife, misteriosos expertos en belleza y contadores doblemente misteriosos. Los escasos ingresos por arriendo hacen que la terraza del edificio siempre luzca enormes publicidades. Existe otra mitad que es donde funciona la caja de compensación Los Andes, cuyo intererior no lo he recorrido pero debe ser semejante.
            La revisión de la historia me aporta algunos datos: su arquitecto fue un tal Jorge Aguirre, arquitecto UC ganador del premio nacional de la especialidad. Fue construida el año 63 por la constructora Larraín Prieto. No he logrado averiguar porqué le pusieron Reval, pero si averigüé qué es Reval. Se trata de la forma como los germánicos denominaban al territorio de Estonia y en particular a su capital Tallin. Junto con ello, con Reval se designaba a una torre construida en esa misma ciudad, la que tuvo el honor de ser el edificio más alto del mundo en el siglo XVI. Teorizo que esa es la conexión. Como fuere, en los 60 y 70 fue el símbolo del modernismo en Chile, tanto así que por ahí descubrí un artículo soviético sobre Santiago, el que tenía como portada el famoso edificio.
            Por ultimo: quien tiene muchos datos sobre el edificio es Miguel Laborde, célebre cronista urbano del El Mercurio. Lamentablemente su artículo no se puede leer libremente. Es solo para suscriptores.

martes, 19 de junio de 2012

Incendios


Cada tanto en el barrio San Diego ocurren incendios. Debiera decir, más bien, que San Diego es pródigo en incendios. Tanto así que antiguamente poseía dos compañías de bomberos: la décima y la quinta. Según lo señala el libro “Firme la quinta”, que cuenta la historia de esa compañía, su primer asiento fue el recinto que actualmente ocupa la librería universitaria, en las esquina de Nueva San Diego (actual Arturo Prat) con Alameda. Según el libro aludido, era un recinto bastante incómodo y húmedo. De tal forma que se decidió su traslado. Actualmente se halla en Nataniel, casi llegando a Alonso Ovalle. Respecto de la compañía “La décima”, Joaquín Edwards Bello en su crónica “Calle San Diego”, señala que la compañía se encontraba en Plaza Almagro y que su sirena, que sonaba con regularidad, era casi un signo del barrio. Actualmente la décima se encuentra en Av. Matta.
            Como decía, en el barrio ocurren incendios con excesiva regularidad. Recuerdo uno que se llevó una mueblería junto al Barros Borgoño, amenazando con quemar el liceo. Otro incendio célebre fue el de La Polar. Y como conté en otra nota anterior, un cuento de Joaquín Díaz Garcés es referido a un incendio intencional en una tienda en la primera cuadra de San Diego. También está el incendio (probablemente intencional) que se llevó Los Braseros de Lucifer. Hace unos meses, un incendio consumió completamente un cité frente al Consultorio I. Todos los fines de semana escucho la sirena de los bomberos.
La fotografía que adjunto es la vista, desde 10 de Julio, de un incendio en San Francisco con Coquimbo hace algunos años. La fotografía también muestra la funeraria Azocar, cuyo negocio debe ser próspero, supongo.

lunes, 11 de junio de 2012

Homenaje en el Caupolicán


El mundo está lleno de situaciones absurdas que ocurren sin que se pueda impedir su desarrollo. Un ejemplo de situación absurda: el homenaje a Pinochet. Como vivo en el barrio San Diego pude apreciar con detalle todos los detalles del acto. Lo primero que debo decir es que mi barrio estaba totalmente intervenido. No soy un experto en medición de multitudes, pero puedo decir que el número de carabineros era enorme. Un operativo fastuoso, como acostumbraba el general. Todos los posibles accesos se hallaban cerrados: San Diego, coquimbo, copiapo, Matta, Zenteno, Nataniel, San Isabel, Serrano, Arturo Prat, Aconcagua, etc etc. En todas las calles que nombro existía importante contingente quienes, a modo de barricada, impedían completamente el paso. Un cuadrante enorme. Lo primero que me pregunto es, ¿cuánto dinero salió la gracia?. No tengo el número, pero nuevamente puedo suponer que no es un número pequeño. Por otro lado, estaban los contrarios al acto. Gente de todas la edades, que enfrentó al frío, al guanaco al zorrillo y a los piquetes con lo que encontró a su paso. Los destrozos fueron muchos, ¿Cuánto dinero es eso?
            Resumiendo: el famoso acto costó bien caro al erario público. Un dinero que financiamos todos los chilenos. Pinochet (que además de dictador y violador de los DDHH) era ladrón, nos sigue robando desde el más allá. ¿Todo porqué? Por el capricho y la obcecación de unos escasos partidarios.
            Esta breve nota no agota el tema ni siquiera es la perspectiva que debiese primar. Pero sin duda, es una de las perspectivas. La foto que adjunto muestra el contingente en Matta con San Diego. Amplíe la foto para verla en toda su magnitud.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Primero fue la calle y después la ciudad

Recientemente he descubierto que la calle San Diego es más antigua que la propia ciudad de Santiago. En efecto, cuando pedro de Valdivia fundó la ciudad dio cuenta de la existencia de un camino antiguo, incaico, que conectaba el valle de Santiago con las tierras más allá del río Maipo. Ese camino recibía el nombre del “El camino de los promaucaes” y estaba construido a la usanza del imperio quechua. Uno de los puntos importantes en su recorrido era el Pucará de Chena (que según investigadores actuales correspondería a un centro ceremonial).
¿Porqué se le denominó así? ¿quiénes eran los promaucaes?. Realicé nuevas indagaciones. Resultado: es el nombre con el que se designó al conjunto de tribus no mapuches que se enfrentaron a los incas y los vencieron, estableciendo la frontera natural del río Maule. A pesar de ello, en términos efectivos, el imperio inca solo llegaba hasta el Maipo. El “camino de los promaucaes” permitía internarse en ese territorio salvaje. Promaucae significa “salvaje y rebelde”·en lengua quechua. Posteriormente ese nombre fue cambiado por los españoles, pero sin alterar en demasía su sentido original. Hasta mediado del siglo XVIII se le conoció como “El Camino de la Frontera”. Es en el sXVIII cuando adquiere el nombre actual, Calle de San Diego. Esto debido a la iglesia que se construyó en la actual esquina de San Diego con Alameda. Es decir, donde actualmente se encuentra la Universidad de Chile.
            El trazado original del camino de los promaucaes correspondía totalmente al actual. Pedro de Valdivia no lo modificó. Por lo tanto, empezaba en San Diego con Alameda, llegaba a Franlin, seguía por la actual Gran Avenida hasta seguir más allá de San Bernardo hasta la rivera del Maipo a lo menos. Era, por lo tanto, una calle para salir de la ciudad. Así fue hasta mediados de los 80’s, época en que algún alcalde pinochetista le cambia el sentido y la convierte en una calle “para entrar a la ciudad”. Es cuando, según muchos urbanistas, empieza la decadencia de San Diego.
            En suma, San Diego es más antigua que la ciudad. ¿Cuánto más? Probablemente unos 50 o 70 años más antigua, que es la fecha de la probable llegada del imperio inca a este sector de Chile.
          La foto muestra como es el inicio actual del camino de los promaucaes, mirado desde la otra orilla de lo que en ese tiempo era un rio.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Urge reciclaje electrónico

En San Diego, entre Coquimbo y Matta está el ya famoso sector de los computadores. Un sector bullante, lleno de vida, movimiento y sobre todo de clientes. Ese sector no siempre se dedicó a los computadores porque los computadores son un negocio relativamente reciente. Antiguamente esas cuadras estaban dedicadas a la electrónica. Casa Keim, casa Musa y Transformadores Mora sobreviven de esa época.
            El agitado movimiento ha traído una consecuencia lógica e inmediata que aun no es aquilatada en toda su magnitud por las políticas públicas: los desechos electrónicos. En las veredas, apoyados casi siempre en árboles, es posible ver el más amplio surtido de restos: pantallas, carcazas, cajas, tarjetas madre, memorias, discos duro, etc. En el patio interior de la Galería Sur, por ejemplo, es común ver acopios de esos desechos. Ignoro si existe una política de reciclaje o de botadero especializado por parte de los locatarios. Me parece dudoso y ojalá me equivoque, pero mi pesimismo es extremo es esas materias. ¿Quién trata en Chile chatarra semejante?. La foto que adjunto muestra uno de esos acopios. La foto está sacada desde la entrada trasera de la Galería Sur, por Zenteno con Aconcagua. Notar que hay multa por botar basuras.

martes, 8 de mayo de 2012

Ecologismos mula

Hay algunos pelotudos que juran que son ecológicos. Se van a vivir a sectores donde puedan estar “en contacto con la naturaleza”. En general a la precordillera. Se supone que eso es “ecológico”. Craso error. Los proyectos inmobiliarios en la precordillera han sido pésimos para el ecosistema. La existencia de un grupo de sujetos en los faldeos de los cerros de Peñalolen, La Reina o Lo Barnechea, requiere agua y toda una infraestructura. Equivale a esparcir la ciudad y el hormigón más y más allá, invadiendo lo salvaje para acomodarlo al gusto del hombre. ¿Entonces? Hay algo que afecta mucho menos al ecosistema: utilizar una casa “reciclada” (usada) del centro de Santiago. El impacto es menor porque el gasto y la intervención se hicieron hace 500 años, cuando la ciudad fue fundada. Además, no se requiere automóvil. Con la bicicleta basta y sobra para ir a todas partes. Por lo tanto, los ecologistas del faldeo son unos invasores inconscientes y quizá inconsecuentes. Los habitantes de la ciudad son los auténticos ecologistas. ¿El problema? Puede ser más contaminante para el habitante. Por lo tanto, los que escapan a la precordillera buscan mantenerse limpios ellos. Pecan, ni más ni menos, que de egoísmo.
            Pues bien, la habitación reciclada por antonomasia es el cité. Aquí les dejo la foto del que habito yo.

martes, 10 de abril de 2012

Soluciones habitacionales

Al principiar el siglo XX existía un enorme déficit habitacional en Chile. La “cuestión social” le llamaban. Se referían al hecho palpable de tener una masa de personas sin educación, con hambre y sin casa. Sería como estar en África, hoy en día. En esa época empezaron los primeros intentos de resolver, al menos, la carencia de viviendas. Primero como “caridad” y luego como tímidos programas gubernamentales, hasta la llegada de don Pedro Aguirre Cerda. Empezó la construcción de Cités y Conventillos por parte del arzobispado de Santiago, que era dueña de extensos terrenos en Santiago Centro. La construcción de realizó en la “periferia” de la época: Avenida Matta, Independencia, Recoleta y, por supuesto, San Diego.


Lo curioso es que actualmente ocurre un fenómeno muy semejante y, para mayor espanto, es un siglo después. La descripción es casi calcada: al inicio del siglo XXI empezó a existir una tremenda carencia de vivienda en sectores C2 y C3, etc. La solución fue la construcción de edificios en altura en la antigua periferia, pero actual “cuasi” centro de la Ciudad; lo que podría calificarse como una “periferia de la modernidad”. Nuevamente el barrio San Diego está dentro de los elegidos. Así pues, se echan abajo los antiguos cités para construir los nuevos “edificios”. Pero también constituyen una “cite´”: poseen servicios básicos, una serie de gastos comunes, plaza de juegos, etc. La enorme cantidad de nuevos habitantes que posee el barrio (aumentarán con la llegada del metro) están convirtiendo a San Diego en un sector populoso.

Es posible que la historia se repita al inicio del siglo XXII. Total, las construcciones están hechas para durar solo 100 años. La fotografía muestra una de estas soluciones habitacionales, en plena construcción, en Cóndor con Arturo Prat. La imagen fue sacada desde Cóndor con San Diego, donde antiguamente estaban los Braseros de Lucifer y donde, por supuesto, hoy existe un enorme edificio.

martes, 3 de abril de 2012

San Diego en el Cine


Aun no tengo claridad respecto del nivel de penetración de la calle San Diego en el cine Chileno. Uno creería que, por tratarse de una calle que tuvo muchos cines, su presencia debía ser amplia. Pero parece que no lo ha sido tanto. De todas formas hay otro hecho no menor: el número de producciones chilenas es bajo, comparativamente hablando. Por lo tanto el argumento podría ser invertido: que un sector de Santiago aparezca retratado en el cine chileno (aunque sea en única película) es un gran logro. Y a San Diego le pasó. Varios sectores importantes del barrio aparecen retratados en la película “Largo Viaje” (Patricio Kaulen, 1967). Nombro algunos: Plaza Almagro, la iglesia de los sacramentinos, alguna fuente de soda de la época, algún misterioso pool de la época, la calle Nataniel, la calle Arturo Prat y la calle Bulnes. También muestra algo interesante y que yo ignoraba: la Plaza Carlos Pezoa Veliz no existía en la época. Había una construcción donde actualmente está esa plaza llena de libros. Otra de las cosas interesantes que muestra la película es la división social que existía: por un lado los ricos, ubicados en Bulnes, por otro lado los pobres (en Arturo Prat) y por último una especie de clase media (los departamentos de Nataniel, donde 2 solteros son vecinos, sin conocerse). Un universo completo en un único barrio. Otro hecho importante: había gran cantidad de sitios eriazos y pedregosos en esa época.


La foto muestra el conjunto habitacional de Nataniel, en el que vivían los 2 personajes solteros, uno de ellos Héctor Duvauchelle. El conjunto sobrevive: la mayor parte ha sido demolido, generando un nuevo sitio “eriazo”, cuyo destino será sin duda la construcción de un edificio en altura.

miércoles, 28 de marzo de 2012

La utopía y la realidad


Afuera de la universidad de Chile existió, durante meses, una situación que califiqué de “utópica” en su momento. En general las utopías son breves y esa lo fue. Uno siempre ha querido vivir o revivir la utopía. Todos dicen que es imposible y para demostrarlo recurren, como ejemplo, a la república española y al gobierno de allende. Ambas terminaron de golpe. Otras utopías fueron absorbidas por funcionarios y se degradaron en burocracias, como fue el caso de la revolución de octubre o la revolución de Pancho Villa.


Sin embargo, aparecen, a veces, utopías temporales: utopías individuales o utopías colectivas. Los días de batalla del 2011 generaron espacios temporales en toda la ciudad. Uno de ellos se instaló afuera de la Universidad de Chile, en San Diego con la Alameda. Ese espacio utópico pasó por varias etapas. La primera, al alero de la toma de los estudiantes, constaba de venta de libros, venta de souvenires revolucionarios, reciclaje de papeles y/o plásticos, músicos de irregular calidad, radios universitarias, discursos políticos, etc. Pero después, el lugar mutó. Los discursos perdieron espacio. Gran cantidad de vendedores de los más diversos artículos se fueron instalando en una especie de mercado cultural, con tendencia no necesariamente Hippie: los punkies eran abundantes también. Los cachivaches iban desde los clásicos adornitos, hasta libros, pasando por aros, películas piratas, cuadros, afiches, sándwich vegetarianos, pizzas, chapitas, poleras, bolsos, lámparas, calzado, fierritos (aunque esos han estado siempre), etc etc. Pero el tiempo, los pacos, las batallas y la desmotivación fueron degradando el lugar. Ahora hay algo de venta, escasa, pero no pasan de ser ambulantes sin relación con “la causa”. Su causa es vender, claro.


Todo el proceso duró unos 8 meses. Dentro de ese periodo las paredes de la U fueron depositarias de los mensajes de la batalla. Corrió mucho ingenio. Creo que cometí el grave error de no registrarlo con profusión, pero también creo que muchos otros hicieron esa tarea. La foto que adjunto es una de las pocas que tomé, de cuando estaba recién iniciándose la utopía, allá por julio del 2011.

viernes, 23 de marzo de 2012

La luna y el farol


Bulnes se caracteriza por sus armerías, sus milicos y por la abundancia de instituciones ligadas a la defensa. Pero hay mucho más: las calles pueden llegar a ser reservorios infinitos. Me detengo en sus faroles, que son bastante elegantes. Y como es una calle amplia, se puede observar el cielo y los faroles al mismo tiempo. De ahí a lograr conjunciones como la de la foto hay solo un paso. Pequeño para un hombre, enorme para una cámara. Tuve suerte.

lunes, 19 de marzo de 2012

Joaquín Díaz Garcés



Los escritores nacionales parece que han sido muy vapuleados. Y el peor de los pagos es el olvido. Por eso, reconocer o recordar a un autor es siempre un acto de justicia. De esa forma cito a J. Díaz Garcés, quien firmó también como Ángel Pinos. Amigo de Ernesto Montenegro y de Joaquín Edwards Bello. La primera referencia a su existencia la tuve ayer. Fue en el prólogo del libro “Mi tío ventura”, edición de Andrés Bello. Y la segunda referencia también la tuve ayer: fue en el radioteatro de la Agricultura. Dramatizaban uno de sus cuentos, ambientado en San Diego. El cuento se llamaba “Incendiario”. La temática era algo que ocurre con alguna regularidad en mi barrio: los incendios. Son casi una atracción turística, a esta altura. El incendio intencional del cuento ocurre en una tienda (real o ficticio) de la primera cuadra de la calle, cuyo nombre era “la bola de oro”. El cuento completo, junto con otras obras escogidas de J. Díaz Garcés, la pueden hallar en el siguiente link: http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0036083.pdf.


Debo indicar que, actualmente, la primera cuadra de la calle San Diego no posee locales como los señalados en el cuento. Una prueba de la infinita capacidad de metamorfosis que posee la calle. Por suerte, la primera cuadra contiene básicamente libros. La foto adjunta lo demuestra.

viernes, 9 de marzo de 2012

Libros a 4 gambas


Un hombre solitario y quizá triste que vendía libros a 400 pesos, dos por ochocientos pesos. A pesar de eso, parece que no vendía ninguno. Todos huyen de esa clase de lugares. No es mi caso. Casi siempre encuentro cosas útiles. Y encontré una novela de Turgeniev, un autor que ya casi no se lee. Y una recopilación de la ciencia ficción del siglo XIX realizada por Asimov, quien reunió una tropa de autores olvidados. Es curioso. Muchos se quejan de falta de oportunidades, de falta de acceso a la cultura. Y allí está ese hombre vendiendo libros a cuatrocientos pesos, con autores que ya casi nadie lee, porque casi nadie lee nada. Una pena. Me llevo ambos libros. Después de todo, esos libros, esos autores y ese hombre merecían la compra y merecían esta mínima reflexión. El local del hombre solitario tenía otras cosas: un aviso decía que vendía repuestos SINGER y que era técnico autorizado. Otro aviso decía que reparaba instrumentos de viento, como saxos o clarinetes. También vendía antigüedades. Y por supuesto, los libros a 4 gambas. Actualmente su local ya no existe. Se ha convertido en la oficina técnica de un edificio que construyen en las esquinas de San Diego con Eleuterio Ramírez. La foto muestra como era las veces que lo visité.
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