miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sangre en Almagro


Quizá vivo en un barrio peligroso. Algunos problemas he tenido, pero he sobrevivido a ellos. No sé si podría hablar de un lugar donde la muerte anda rondando, pero en las noticias a veces sale nuestro barrio y es para referirse a uno que otro crimen. Por ejemplo, lo que pasó en La Polar la semana pasada, en San Diego con Tarapacá.

El viernes pasado estaba llegando a plaza almagro. A mi lado sentí una carrera. Era un sujeto que se estaba poniendo una polera “a la rápida” y además se estaba guardando un celular en el bolsillo. Mi conclusión fue: el compadre se acaba de robar un celular. Mantuvo la carrera hasta plaza almagro y allí la detuvo en seco. La explicación era simple: estaba llena de pacos la plaza. El sujeto se quedó merodeando. Cuando iba llegando a la esquina de Nataniel con Santa Isabel vi sangre en el suelo. De inmediato me acordé de un artículo que escribí hace tiempo sobre los hilos de sangre que aparecen con alguna regularidad en las veredas del sector. Pensé en fotografiar esa sangre. Efectivamente lleno de pacos. Y de guardias de la plaza. Empezaron a llegar otros guardias de seguridad ciudadana, en moto. Uno de los guardias le explicaba a una abuelita algo que no pude oír. Saqué cámara y empecé a apuntar. Estaba en eso cuando uno de los guardias se acercó a decirme que si sacaba fotos no se me ocurriera publicarlas. Aproveché de preguntar lo que había pasado. “Te voy a hacer la historia corta”, me dijo, “la semana pasada uno de los guardias le dijo a unos compadres que no tomaran copete en la plaza. Los compadres se fueron, amenazando que volverían para apuñalarlo. Hoy día unos güeones se bajaron de la micro y apuñalaron al guardia”. Después de eso apunté a la patrulla y pude fotografiar a los cuchilleros. Parecían bailarines de Salsa, con camisa blanca impecable. Con eso quedaba ratificada la superioridad de cerrar el parque respecto de poner guardias por doquier. Seguí mi camino. En mi casa, antes que le contara nada a mi chica, me pregunta “supiste lo del incendio acá a la vuelta”. Yo no sabía nada, pero me quedé pensando en qué otras cosas noticiosas estarían pasando en el barrio.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tienda de Ropa "El sol"



Antiguamente existía en San Diego una tienda que se llamaba “El sol”. Ubicada frente a los juegos Diana el nombre no dejaba de ser bien elegido: el Sol daba de lleno en sus vitrinas al punto que el dueño, un hombre flaco que parecía haber tenido un buen pasar, instalaba unas cortinas gruesísimas para no afectar su mercancía. Pero era de esas tiendas antiguas, de esas que todavía pueden verse en provincia: el piso era de madera. Al entrar uno se veía en un recinto con mostradores y cajas hasta el techo. Cajas muy antiguas por cierto. De inmediato los alérgicos al polvo (como yo) sentían que se hallaban en un territorio peligroso. Solo en una oportunidad compré allí y me sentí totalmente estafado: unos calcetines caros y de material sintético que además me quedaban chicos. No hice ningún intento de ir a cambiarlos, pero en lo sucesivo recelé de su dueño. A poco fui comprendiendo su drama: casi nadie entraba a su tienda. Lo veía abrir a horarios increíbles y cerrar tardísimo. Se entretenía jugando dominó con otros viejos. Con el tiempo su caminar se hizo más neurótico y cada vez que me lo encontraba llevaba su mano en el mentón con la mirada perdida y como pensando en algo tremendo. Pronto comprendí de que se trataba; no le quedaba más remedio que vender su rincón y perder probablemente todo lo que tenía. Alguien me dijo que, para más remate, había enviudado unos años antes. Esos explicaba su estrambóticos horarios de atención. De todas formas, los productos eran de otra época. Eran, realmente, de muy mala calidad. Otro damnificado por las rápidas transformaciones que sufre San Diego y la ciudad entera. Ahora, ya no existe esa tienda. Un enorme edificio se levanta en su lugar. Por suerte pude sacarle una única foto a sus vitrinas mucho antes de su desaparición.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Crímenes en Plaza Almagro



Durante un periodo más o menos largo, la plaza sufrió por la llegada de hordas de bárbaros que asolaban su delicado equilibrio: universitarios privados que se instalaban, en masa, a tomar chela para luego lanzar los envases en todas direcciones. El montón de vidrio en las mañanas era grande. Luego de esas hordas, llegaron nuevos integrantes: neonazis y sus enemigos naturales: punkis antifascistas. La cosa iba por pésimo camino. En una oportunidad se encontraron neonazis y antifascistas afuera del Totus con las consecuencias previsibles. Uno de los antifascistas resultó asesinado. La polémica que se armó fue a nivel nacional. Según entiendo (no tengo tele), Chilevisión exhibió un reportaje mostrando el vandalismo de plaza almagro. Por supuesto, este vandalismo dejaba de lado los primeros causantes de la debacle: las propias universidades privadas. La Central lo primero que hizo fue apoderarse de un pedazo de parque para dejarlo para sus propios fines. Así da gusto: universidades, garantes del conocimiento y los valores “éticos” disminuyendo a su antojo las escasas áreas verdes de la ciudad. Pero eso no extraña en las universidades privadas, cuyo objetivo primero es hacer dinero.

Una de las cosas que se dijo después de la muerte del punki era que había que “cerrar el parque”. Muchos “humanistas” izquierdosos alegaron contra esta solución porque consideraban que coartaba algún derecho inalienable del pueblo. Yo francamente no sé que tienen en la cabeza los que profesan esta clase de opiniones. Antes de la llegada de las hordas, Plaza Almagro era un lugar verde, lleno de vida, con niños jugando en la mañana, deportistas trotando y bastantes pichangas los domingos y sábados en la tarde. Luego de las hordas (punkies, ebrios, neonazis, skinhead, universitarios privados, etc) la erosión se fue comiendo buena parte de lo que antes fuera un lugar verde, los pastos comenzaron a ser destruidos y los jardineros, incapaces de luchar, abandonaron extensos sectores que murieron por falta de cuidado. A mi me daba pena y rabia ver zorzales buscando sus lombrices entre restos del carrete anterior y niños, escasos, en columpios que ahora estaban llenos de vómitos. Cerrar la plaza era una excelente alternativa para luchar contra la erosión. Si estos aprendices de humanos no son capaces de comportarse frente a la naturaleza, pues entonces, hay que restringirles el acceso, ¿o alguien está de acuerdo en ir a carretear al lado de una reserva de huemules o cisnes, para luego divertirse quebrando envases de chela? No creo.

Pues bien, la solución alternativa era llenar de una importante dotación de guardias el sector. Y eso si que ha sido una mala jugada a los derechos de las personas, ya se sabe de la prepotencia en que incurren los guardias privados. El parque ha recuperado la tranquilidad a base de represión y por lo menos 20 guardias de seguridad ciudadana, en motos, con garita al medio, con mala actitud hacia casi todos porque todos se han vuelto sospechosos. El otro día yo sacaba unas fotos, se me acercó uno de esos guardias y me dijo: “mejor que guarde la cámara”. “¿No se puede sacar fotos?”, le pregunté. “No es eso”, me dijo. “Lo que pasa es que alguien se la podría robar”, y luego se rió de manera siniestra. Yo me quedé con la idea que él me la podría robar. La erosión se ha mantenido: las motos de seguridad ciudadana han agregado una presión extra al delicado equilibrio ecológico de la plaza.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Plaza Almagro I



Según entiendo y según me han contado algunos vecinos, la plaza almagro era, antiguamente, el lugar en que llegaban los buses desde el norte. No he logrado averiguar la fecha exacta en que dejó de ser un lugar de terminales de buses. Pero el pasado de la plaza sorprende con otros datos. Por ejemplo, que antiguamente existía allí una compañía de bomberos, “la décima”. Esto lo indica Edwards Bello en una crónica que lleva por título “calle de San Diego” y de la que no poseo la fecha. Dice “es la sirena de la décima, en la plaza almagro, para denunciar un simple amago de incendio”. Esa crónica, de hecho, se inicia con la frase “el incendio en la plaza almagro destruyó un hotelito para tórtolos por ratos, el Colemono y otros negocios románticos”. Es curiosa esa nota. Actualmente no existen “hotelitos para tórtolos” en la plaza. Lo más parecido pudiese ser el “unicornio”, un night club de relativo prestigio, según deduzco del hecho de que tiene guardias bien vestidos, con linternas y los buenos autos que se estacionan afuera.


Para los no informados, plaza almagro empieza (o termina, según el punto de referencia) en la calle San Diego y termina en el palacio Cousiño. Es un espacio tan amplio que algunos le llaman “parque almagro” y creo que este último nombre debiera primar si es que la municipalidad (y los diversos alcaldes de derecha que nos ha tocado ver) le sacaran más provecho al sector.

Plaza almagro contiene algunos objetos curiosos en su interior que llaman la atención: por ejemplo existe una piedra traída desde Hiroshima. Uno puede poner la mano en esa piedra y sentir la fuerza de esa explosión ocurrida hace más de 50 años. Al medio de la plaza hay unos tremendos bloques de piedra, que forman un circulo bastante regular y muy atractivo a pesar de tratarse de ser piedras sin forma. A la gente siempre le llaman la atención esas piedras. Se trata, seguro de una actitud muy humana, desde los tiempos de Stonehedge. Jung lo explicaría con claridad.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Inmigrantes en San Diego

San Diego puede considerarse una calle con migrantes. Dos son los extranjeros de fácil reconocimiento: los chinos y los peruanos. Los Chinos son los que mayor comercio hacen. Pero los peruanos están empezando a poner sus locales, sobre todo con dos restaurantes: El Puerto Camarón y El Rincón Piurano.
El puerto camarón era, antiguamente, el Otto Mass, una shopería donde vendían colaciones y donde se podían ver los partidos. Su dueña era peruana, pero no lo parecía: siempre andaba con un notebook y parecía una gran dama. Los almuerzos eran aceptables y abundantes. Por supuesto, tenía Wurlitzer y la garzona más vieja trataba de seducirlo a uno. Cuando se transformó en puerto camarón (el que hace de dueño era garzón del “Ají seco”, un restaurant peruano más o menos famoso de San Antonio, la calle), el local creció no sé cómo: de alguna extraña manera el espacio era mucho mayor y también la elegancia. Ese peruano invirtió lo que no tenía en dotar su local de un par de puertas de madera nativa que le dan mucho glamour.


El otro local peruano queda en la siguiente cuadra hacia el sur, casi al lado de los juegos Diana y antiguamente era un shopería bastante indecente, sin ninguna tradición y peor ventilación de nombre Kiko Valuzi. Era rarísimo el nombre, parecía un lugar de reunión de la mafia siciliana. Ahora es el nuevo restaurant “El rincón piurano, pero todavía no tengo el gusto de conocer”.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Eyzaguirre con San Diego




Esto se ve a un costado de la ex.dicoteque "planet" actual ministerio "el poder de la palabra". No sería malo que el poeta promedio se diera una vuelta por el lugar. Quizá tenga un encuentro con cristojesú y lo transforme en su salvador personal.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Demasiadas cosas una tarde domingo



Afuera pasan cosas raras todos los días y como ignorar situación semejante. Por ejemplo la semana pasada que casi me comen unos perros en medio de la plaza almagro. Por otro lado los neonazis de las Stone-Head que terminaron estando relacionados con los neonazis. Un ejemplo entre muchos.

Por eso lo de hoy podría decirse que se trata de lo más normal del mundo. Salí a tomar el sol y resulta que en medio de las Stone Head había uno que otro personaje no demasiado temible. Me instalé un rato y noté la presencia de fondo dada por una música persistente. Pero no escuchaba la música, solo el bajo, retumbando como si se tratara del fin del mundo. Una pareja que estaba cerca recordó una fiesta que se haría en la calle. Al rato, después de leer algunos artículos del diario, fui tras la fiesta. Se trataba de una Gay Parade en Bulnes lo cual ya sorprende considerando que Bulnes es un lugar bastante milicoide, con armerías, con exmilitares en departamentos, con Isapres para pacos, etc. En Bulnes con la Alameda está el ministerio de defensa. La cosa estaba que ardía. Dos escenarios y un par de módulos bien altos como para subirse a bailar. En uno de los escenarios unos travestis gigantes bailaban con una mina. En otro de los escenario un compadre disfrazado de fauno, semidesnudo, casi en pelotas, bailaba con una mina, o travesti, no supe bien. En los otros escenarios eran escenas semejantes, con mucha lésbica en el público, harto gay cuático y harto travesti maquillado. “Deben estar todos los mecánicos de 10 de Julio”, pensé para burlarme. Güeones atracando. Gente que me pareció conocida, excompañeros de la U, en la fiesta, disfrazados, o por lo menos producidos.

Me instalé leer más artículos del diario. Los pacos estaban justo al lado mío. Disfrutaban mucho el espectáculo. Se reían, se pegaban codazos, en el fondo les gustaba. Capaz que eran reintegrados.

Me aburrí y me fui. Pensé que podía ir a buscar la cámara de video y filmar todo, pero me arrepentí. Me devolví por Nataniel y en el gimnasio Nataniel la fiesta era otra: los evangélicos estaban congregados en gran número. Llenaban el gimnasio, en una especie de recital de alabanza. En ese momento un grupo tropical cristiano lanzaba unos “viva jehová” al ritmo de las maracas, la conga y el bongó. Muchos autos llenaban nataniel hasta que la vista se perdía. ¿Estaban allí para oponerse a los gays? ¿libre competencia moral?. Me alejé del lugar, dándome cuenta que el otrora glorioso gimnasio nataniel también había tenido que recurrir a los evangélicos para financiarse.

Mas allá, en la plaza almagro la gente tenía otros afanes igualmente festivos, mas festivos incluso y mas masivos también: colo colo acababa de ganar el campeonato de apertura. Mucho bocinazo con gente que gritaba, hinchas con enormes banderas, hordas de sujetos con poleras blancas, etc. Traté de esquivar a los sujetos, eligiendo el camino más despejado posible.

Después me fui al café internet de Nataniel con Eyzaguirre. Allí también tenían su fiesta. Chateaban a mil por hora, niños, madres, padres estudiantes, todo era un bullir de teclados y risas contenidas.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

lunes, 3 de agosto de 2009

Tiendas de ropa en San Diego


Antiguamente había tiendas que tenían otra lógica y otro tamaño. Puedo recordar ahora, tiendas como “la africana” que anunciaba “africanícese señora, africanícese señor”. Era un anuncio que se daba en radios AM. Otras tiendas de emisión en AM eran La Mendocina (la publicitaba Alodia Corrales), Guendelman y Cocilamp. Estas tres últimas tenían sucursales en San Diego. Sobre todo Cocilamp que tenía por lo menos cuatro tiendas entre Tarapacá y Cóndor. Ya no existe y supongo que se la llevó alguna quiebra. A mí me tocó ver la lenta decadencia que ocurría día tras día. Terminó siendo una única tienda que vendía los restos que quedaron de otros lugares. Una tienda de cachivaches. El tipo que la atendía siguió manteniendo algunos simbolismos de la tienda, como el genio que salía de la lámpara. Debemos recordar que Cocilamp era “el genio del crédito”. Sin embargo, los cachivaches que aún conservaban los precios de la tienda eran “invendibles”: máquinas de escribir electrónicas, computadores atari, cajas de CD 5 ¼. A mi me daba profunda depresión ver al sujeto, quizá algún oscuro funcionario de la tienda, convertido de pronto en acreedor que recibe ese “resto” como paga luego de la quiebra. Un sujeto que mantiene la esperanza de vender algo. No sé si lo habrá logrado. Una vez me interesé por un sillón que tenía. Estaba carísimo. Meses después desapareció.


De las tiendas de ropa que había en San Diego ya casi no queda ninguna. Ripley se fue hace como un mes. Corona se fue. La Mendocina, Guendelman y Cocilamp se fueron. Hay una que sobrevive de manera muy extraña. Incluso ha crecido. Se llama Dansel. Queda en 10 de Julio con San Diego. No entiendo por qué. Una vez entré a comprarme unos zapatos de fútbol. Me dio la impresión que la tienda estaba llena. Pero casi todos eran funcionarios. ¿Cómo sobrevive es la pregunta que me he hecho? Una tienda que no conoce nadie, y sin embargo Iturra y Waldo Ponce posaron en carteles de Dansel. Una ex polola tenía la teoría que se trataba de un lugar de lavado de dinero. Yo tenía la teoría de que era una tienda de provincia que mantenía esta sucursal en Santiago por orgullo provinciano, pero la mayor parte de su ventas las hacía fuera, que sé yo en Molina o Cumpeo. Esa vez que cuento, cuando fui a comprar mis zapatos de fútbol, miré el catálogo de la tienda. Comprobé que era la única sucursal. Aproveché de recorrerla y estaba muy bien surtida. Puede ser que mi ex tuviese razón en algo.

lunes, 13 de julio de 2009

El vagabundo de los disfraces


Todos los barrios tienen sus vagabundos. El mío también tiene los suyos. Recuerdo algunos muy excéntricos y que tuvieron algo de fama en otro tiempo. Uno clásico (hasta el 2001 quizá) era un sujeto que se disfrazaba de los más diversos personajes y sus disfraces no dejaban de tener su cuota de ingenio. Lo vi disfrazado de Rambo, de rafaella carrá y de viajero espacial. Según entiendo, como rafaella carrá fue a un programa de televisión, quizá Sábados Gigantes, ya saben como profitaba el guatón con las clases populares. La fama ayudó al sujeto a conseguir un incipiente y freak trabajo: se paraba afuera del Colt 70, antigua tienda de cassetes que tenía sucursales en la cuadra de los braseros y otra entre Eleuterio Ramírez y Tarapacá. En la de Tarapacá se ponía a realizar su pantomima disfrazado de rafaella. No supe sino hasta que se disfrazó de rambo que los materiales los obtenía de la basura. De hecho, una vez lo vi hurgando en Aconcagua con Zenteno, atrás de las tiendas de electrónica. Buscaría material para inspirarse, supuse.

Años después me tocó verlo en Nataniel con Coquimbo: estaba en el suelo, disfrazado de Rambo y gritando un dialogo delirante. El tipo tenía una metralleta en la mano. Me contaron que se disfrazaba de Marciano y se conectaba a las tapas de alcantarillado, afuera del Cariola. Al final andaba casi sin ropa, por los alrededores de Las Tejas que son también los alrededores del Cariola. Y de pronto, como pasa siempre con los vagabundos, no lo vi más y no supe que alguien lo volviera a ver. Así que no tengo imagen del sujeto, pero agrego la foto del último lugar en que lo vi. Si alguien sabe algo, más datos, ruego información como dice la canción.

viernes, 3 de julio de 2009

Robo en Armería Italiana


El otro día estaba viendo tele y me encontré con una noticia sobre San Diego. Una de las “tiendas racimo” que caracterizan al barrio es la relacionada con las armas. Están principalmente en la calle Bulnes. Eso porque en alameda con Zenteno se halla el ministerio de defensa. En San Diego con Tarapacá hay otra. Se trata de la Armería Italiana. De esa tienda justamente hablaba la nota. En definitiva, la habían robado. Habían robado las armas que mantenía en vitrina, un arsenal importante de pistolas a fogueo y rifles de aire comprimido. Las armas con balas de verdad, las calibre 38 y las mágnum, etc, las mantenía en una bodega a la que no tuvieron acceso los ladrones.

Para entrar, los sujetos habían practicado un boquete desde un motel que queda al lado. Es un motel muy viejo, y se ve (de hecho) en estado de total decadencia. No sé qué clase de gente pernoctará en él, pero no creo que sea lo más granado de la sociedad. Desde una de sus habitaciones practicaron el boquete.

Recuerdo que hace mucho más tiempo, hará un par de años, leí sobre un pastabasero viejo que se enamoró de una brasileña y fue medianamente correspondido. Se fueron a vivir ahí durante un par de meses, luego que el pastabasero tuviera suerte en un robo. Finalmente la mujer apuñaló al pastabasero y nunca se supo de ella o por lo menos yo no supe más.

Para mejor conocimiento la foto muestra los dos establecimientos que cito.

martes, 30 de junio de 2009

El paco Rivano


No conozco directamente a Rivano. Hay gente que lo estima mucho. Se supone que es uno de los grandes, o al menos uno de los pocos escritores de teatro que hay en Chile. De él no sé más de lo que saben todos. Rivano perteneció a carabineros y desde su retiro que se dedica a la dramaturgia. No tiene muy buen carácter don Luis. Hay varios que le llaman “El paco rivano” con una mueca de desprecio. Luis Rivano tiene una librería (o tiene varias, más bien) cuyo asentamiento es la calle San Diego. Tiene una sucursal en el mall chino, ex mall de Ravinet. Me da la impresión, sin conocer el caso de cerca, que el empresario de Luis Rivano es el hijo de éste. El otrora paco Rivano es un caballero gordo, muy canoso, bien vestido, etc en medio de una librería extremadamente desordenada. Cuando yo era más pendejo y estudiaba en el Borgoño, me tocaba pasar por ahí. Casi siempre entraba. El polvo y el desorden eran descomunales, sobre todo porque se trataba de un espacio pequeño. Después, alguien le financió los actuales casilleros (el hijo supongo) que conservan algo del desorden anterior. Yo hace mucho que no entro. Creo que poco después de la “modernización”.

lunes, 15 de junio de 2009

Un casi asalto afuera del Mall de Ravinet


Esa noche veníamos de lejos, de estación Central. Mi mujer de esa época estaba ebria. A mi me molestaba verla así en la micro, verla con esa torpeza que te da el alcohol. Cuando nos toca bajarnos, ella no quería bajarse. Empezó a hacer escándalo, que la dejara tranquila y no sé que más. Al final logré convencerla. Cuando estuvimos en la calle, todo me olía un poco mal. La calle estaba oscura y mi mujer caminaba apenas, y no hacía caso a las mínimas precauciones de seguridad que uno debe tener en esos casos. En Alonso Ovalle con San Diego una pandilla de pendejos empezó a acercarse mucho. Nos querían cagar. Mi mujer no estaba ni ahí, no se daba cuenta de nada.

- Camina más rápido, le dije. - Tu no tienes ningún derecho a decirme qué hacer. - Camina más rápido y no hagas más show.

No hubo caso. Se nos pusieron dos pendejos adelante y dos atrás. Encerrona total. Los de adelante se dieron vuelta y quedamos rodeados. Antes de decir cualquier cosa yo me fui al cuello de uno de los tipos, intentando ahorcarlo, pero rápidamente me lo quitaron y empezaron a patearme. NO eran patadas muy fuertes. Los pendejos no tenían mucho músculo. Mi mujer se interponía y estorbaba en la pelea. No había manera de ganar. A ella le quitaron su bolso. Yo no llevaba nada. En ese tiempo no eran tan habituales los celulares. Ninguno de los dos teníamos celular y a ellos no les pareció raro. Después, me fui detrás de ellos. Quería parlamentar para que me devolvieran el bolso. Me fue bien, me lo devolvieron. Pero me gritaron, “lo hacemos por tu mina, no más. No por vo, pobre güeón gil”. Me sentí mal todo el camino de regreso, habiéndome comido sus patadas por que ésta mujer no era capaz de caminar. Para más rematarla, me gritaba que por mi culpa nos habían asaltado. ¡Pero si nos quitaron nada!, le gritaba yo. Más encima yo fui el más perjudicado. Pero no había forma de convencerla. Para ella, esa noche y toda la semana yo fui un pobre gil.

lunes, 18 de mayo de 2009

Evangélicos en San Diego





El aumento de comunidades evangélicas es un hecho comentado en los medios. El aumento de comunidades es muy claro cuando se recorre el barrio San Diego. Antiguamente San Diego y sus alrededores albergaban muchos cines. Esos espacios aún existen, pero se han transformado en iglesias. La naturaleza del credo evangélico no es centralizada como ocurre con los católicos. Tampoco requiere lujosas catedrales. Cualquier pastor puede dedicarse a la prédica en casi cualquier lugar. Los cines olvidados son el lugar ideal: poseen escenario, butacas y buena acústica. Elementos esenciales para adorar al pulento.



Un caso emblemático es el antiguo cine San Diego, ubicado en la intersección de San Diego con Eyzaguirre. No conozco la fecha de cierre, pero si recuerdo que por años era la discoteque Planet. Lucía una ornamentación metálica que le daba toda la rudeza del acero. Locuras de los publicistas discotequeros. Actualmente es el ministerio evangelístico ”Cruzada de poder”.



Son curiosos los nombres de estas iglesias. En Arturo Prat con Cóndor existe otra que se llama “la iglesia del aire”. Otra, de la que solo queda un cartel abandonado, se llamaba Miel.



Hace un tiempo, una de estas iglesias saltó a la fama mediática. Se suponía que en su interior llovía oro, según anunciaban fervorosamente sus fieles. De todas formas, la municipalidad estaba por caducarle el permiso. No habían pagado el arriendo en varias semanas y los ruidos molestaban a los vecinos. Si la quiere visitar, se encuentra en San Diego con Coquimbo.



Estos fervientes seguidores de la fe de Cristo Jesús, se les puede ver especialmente los domingos recorriendo San Diego. Impecablemente vestidos, las mujeres algunas muy hermosas, pero con vestidos hasta el tobillo no permiten fantasear nada sexual. De todas formas yo fantaseo igual. Mas de alguna vez me ha tocado que una de estas jóvenes evangélicas haya golpeado mi puerta y yo les he abierto por motivos puramente hormonales. Trato de convencerlas de la superioridad de la religión del hedonismo y convertirlas a mi credo.

jueves, 9 de abril de 2009

Las unidades productivas de San Diego


A mí siempre me ha llamado la atención la cantidad de “unidades productivas” que existen en torno a la calle San Diego. En San Diego los negocios suelen darse “por racimos” y esto me parece sorprendente. No me extrañaría que esto fuera el efecto de alguna antigua política fiscal de incentivo, que derivó en eso. No tengo pruebas documentales al respecto. Y, por pura tincada no más, me da por achacárselo a Pedro Aguirre Cerda. Al menos, la estatua más grande del sector está dedicada a P. A. Cerda y su política era justamente la reactivación mediante la creación de empresas estatales. Él hizo la CORFO. Por el momento incluyo un listado básico:

- De matta con San Diego hasta Copiapó con San Diego son los computadores. Pero eso no es más una reinvención al oficio antiguo de esas esquinas: la electrónica. Se reparaba todo tipo de artefactos. Y se vendían repuestos para el floreciente negocio de la reparación. Eso era así hasta un periodo reciente: el 2000 aún existía gran cantidad de talleres, pero en la actualidad casi todo se ha reconvertido a computación.

- De San Diego con Copiapó hasta 10 de Julio incluso, son las bicicletas. Es lo que más abunda en ese cuadra. Y están allí las marcas clásicas: lahsen, vargas, margas, Juanito Mena, etc.

- De San Diego con 10 de Julio hasta Portugal con 10 de Julio, son los automóviles. De eso ya se sabe bastante. La cantidad de tiendas que reparan, deshuesan, pulen, cambian, lubrican etc etc etc es legendaria. Legendarias son también las mafias en torno al negocio. Pero de eso hablaré en otra oportunidad.

- De Matta con San Diego hasta Matta con San Ignacio, con las tornerías.

- Para las imprentas no se puede hablar de una cuadra en una única calle, sino más bien de un cuadrante que se dedica a ese negocio. Hay imprentas en Cóndor, Serrano, Arturo Prat, San Diego, Eleuterio Ramírez. Pero el grupo de Imprentas más notable se encuentra en un pasillo que conecta San Diego con Arturo Prat. Este pasillo está casi al lado del Cariola. Es un pasillo realmente inquietante y la primera vez que lo recorrí me anduve asustando. No fue hace mucho. Se trataba de un mundo nuevo y desconocido, una subcultura completamente ignorada, en ese pasillo que vi tantas veces por fuera y que nunca me dio interés en recorrer. Hay hasta restaurantes adentro.

- Los libros están entre Alameda con San Diego hasta Tarapacá con San Diego. Otro polo importante es San Diego con Santa Isabel, atrás de la catedral de los Sacramentinos.

Otros racimos que no describiré con tanto detalle aún son los bares, las iglesias evangélicas, las zapaterías, ferreterías, etc. Antiguamente había bastante prostitución, clubes nocturnos y cabaret. Pero eso es tiempo pasado. Anterior a la Dictadura.

Hay más unidades productivas en el barrio, pero las que nombró deberían bastar para la sorpresa. ¿Por qué pasa eso? ¿Quién planificó esa forma de ordenar los negocios?. Me parece difícil que todo eso hubiera sido un proceso natural. De momento pongo a Pedro Aguirre Cerda en la foto, como si el fuera el responsable. La estatua la pueden ver en Plaza Almagro, al final del Paseo Bulnes.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La calle de las putas



Sin ánimo de caer en una idealización irresponsable, me lanzo a escribir sobre la intersección de Santa Rosa con Eyzaguirre. Al que se anime a pasearse por esas ignotas regiones del barrio San Diego, le pasará algo: le subirá el ego. Porque de las casas de Eyzaguirre un grupo de mujeronas de alguna edad, le gritarán invitaciones, silbidos y cosas como “se le perdió algo mi niño. Venga a pasar la pena por acá”. Eran prostitutas que por 5 lucas ofrecían llevarlo a uno a las piezas de más adentro. La escena no era fácil de digerir si es que no se está acostumbrado. Alguna vez hablé con un taxista del sector y me dijo que era una especie de botadero de putas. Pasé un par de veces por allí, pero no estaba lo suficientemente desesperado como para recurrir a sus servicios.


Hace un par de semanas pasé de nuevo por ese lugar. El estado de la esquina me impresionó. Las casas habían dejado de existir salvo una. Una única mujer que ofrecía su cuerpo sentada en la puerta de su casa, lanzado piropos a los tipos solos que se aventuraban por ahí. El resto era ahora un terreno plano y sin restos de capa vegetal. El destino era evidente: se construiría allí un nuevo edificio de gran altura. Me imagino lo fácil que fue para la inmobiliaria comprarle la casa a estas mujeres, casas avaluadas en 10 millones o menos. Pienso en esa mujer que decidió no vender y mantener el oficio. ¿Porqué? ¿Porqué rechazar esos millones? ¿Sabrá que en unos meses más el lugar se llenará de obreros? ¿Sabrá que en el día el lugar se volverá irrespirable con la entrada y salida de camiones con material? Es posible que la mujer intenté hacer su negocio con los obreros. De momento, muestro la foto de más arriba.

lunes, 19 de enero de 2009

El rincón del vagabundo



Antiguamente, en plaza almagro, había un rincón habitado. Impresionaba bastante lo que uno veía en ese rincón. Se trataba de una casa, pequeña, minúscula. Adentro de ella habitaba un vagabundo. En rigor, dado que el hombre tenía esta pequeña casa, no cabría hablar de vagabundo. La casa no era un desorden inconexo de palos. No. Era sólida, con una ventana incluso. A veces se veía al vagabundo construir o reparar partes de su cabaña. A veces se le veía reparando otras cosas, como sillas o tableros de ajedrez. Restos que seguramente encontraba en la basura.


Ese vagabundo tuvo para mí una importancia fundamental. El origen fue una “instalación” que realizó el sujeto. Se trataba de un paraguas que enterró junto a su casa. Bajo las lluvias torrenciales de ese invierno, la imagen de este paraguas en la lluvia era increíble. Bajó se instalaban pájaros o perros a cubrirse de la lluvia. Era una instalación inspiradora. Para mí lo fue: empecé la escritura de una novela con eso. Pero esa novela aún no está terminada, así que no puedo hablar mayormente de ella.


El vagabundo era como un guardián del parque. Bastante, considerando que es un parque que no tiene guardianes, solo usuarios inconscientes y casi siempre alcohólicos. Una vez, un par de limpiadores de autos, de esos que se instalan en las esquinas a limpiar los vidrios a cambio de una moneda, empezaron a lanzar piedras al viejo y su casa. Yo estaba trotando. Fui cobarde. No tuve el valor de defenderlo. Ahora ese rincón no tiene nada. Es un rincón que se usa de meadero. En rigor todo el parque almagro se está usando de meadero y los alcaldes de mierda que nos han tocado (hace como 10 años que está la derecha) no hacen nada por remediarlo.


De todas formas fui a explorarlo hace poco. Había dibujos interesantes en la muralla que antes fue la muralla del vagabundo. Uno de esos dibujos se muestra en la fotografía que acompaña este blog.
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