lunes, 19 de enero de 2009

El rincón del vagabundo



Antiguamente, en plaza almagro, había un rincón habitado. Impresionaba bastante lo que uno veía en ese rincón. Se trataba de una casa, pequeña, minúscula. Adentro de ella habitaba un vagabundo. En rigor, dado que el hombre tenía esta pequeña casa, no cabría hablar de vagabundo. La casa no era un desorden inconexo de palos. No. Era sólida, con una ventana incluso. A veces se veía al vagabundo construir o reparar partes de su cabaña. A veces se le veía reparando otras cosas, como sillas o tableros de ajedrez. Restos que seguramente encontraba en la basura.


Ese vagabundo tuvo para mí una importancia fundamental. El origen fue una “instalación” que realizó el sujeto. Se trataba de un paraguas que enterró junto a su casa. Bajo las lluvias torrenciales de ese invierno, la imagen de este paraguas en la lluvia era increíble. Bajó se instalaban pájaros o perros a cubrirse de la lluvia. Era una instalación inspiradora. Para mí lo fue: empecé la escritura de una novela con eso. Pero esa novela aún no está terminada, así que no puedo hablar mayormente de ella.


El vagabundo era como un guardián del parque. Bastante, considerando que es un parque que no tiene guardianes, solo usuarios inconscientes y casi siempre alcohólicos. Una vez, un par de limpiadores de autos, de esos que se instalan en las esquinas a limpiar los vidrios a cambio de una moneda, empezaron a lanzar piedras al viejo y su casa. Yo estaba trotando. Fui cobarde. No tuve el valor de defenderlo. Ahora ese rincón no tiene nada. Es un rincón que se usa de meadero. En rigor todo el parque almagro se está usando de meadero y los alcaldes de mierda que nos han tocado (hace como 10 años que está la derecha) no hacen nada por remediarlo.


De todas formas fui a explorarlo hace poco. Había dibujos interesantes en la muralla que antes fue la muralla del vagabundo. Uno de esos dibujos se muestra en la fotografía que acompaña este blog.
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