lunes, 3 de agosto de 2009

Tiendas de ropa en San Diego


Antiguamente había tiendas que tenían otra lógica y otro tamaño. Puedo recordar ahora, tiendas como “la africana” que anunciaba “africanícese señora, africanícese señor”. Era un anuncio que se daba en radios AM. Otras tiendas de emisión en AM eran La Mendocina (la publicitaba Alodia Corrales), Guendelman y Cocilamp. Estas tres últimas tenían sucursales en San Diego. Sobre todo Cocilamp que tenía por lo menos cuatro tiendas entre Tarapacá y Cóndor. Ya no existe y supongo que se la llevó alguna quiebra. A mí me tocó ver la lenta decadencia que ocurría día tras día. Terminó siendo una única tienda que vendía los restos que quedaron de otros lugares. Una tienda de cachivaches. El tipo que la atendía siguió manteniendo algunos simbolismos de la tienda, como el genio que salía de la lámpara. Debemos recordar que Cocilamp era “el genio del crédito”. Sin embargo, los cachivaches que aún conservaban los precios de la tienda eran “invendibles”: máquinas de escribir electrónicas, computadores atari, cajas de CD 5 ¼. A mi me daba profunda depresión ver al sujeto, quizá algún oscuro funcionario de la tienda, convertido de pronto en acreedor que recibe ese “resto” como paga luego de la quiebra. Un sujeto que mantiene la esperanza de vender algo. No sé si lo habrá logrado. Una vez me interesé por un sillón que tenía. Estaba carísimo. Meses después desapareció.


De las tiendas de ropa que había en San Diego ya casi no queda ninguna. Ripley se fue hace como un mes. Corona se fue. La Mendocina, Guendelman y Cocilamp se fueron. Hay una que sobrevive de manera muy extraña. Incluso ha crecido. Se llama Dansel. Queda en 10 de Julio con San Diego. No entiendo por qué. Una vez entré a comprarme unos zapatos de fútbol. Me dio la impresión que la tienda estaba llena. Pero casi todos eran funcionarios. ¿Cómo sobrevive es la pregunta que me he hecho? Una tienda que no conoce nadie, y sin embargo Iturra y Waldo Ponce posaron en carteles de Dansel. Una ex polola tenía la teoría que se trataba de un lugar de lavado de dinero. Yo tenía la teoría de que era una tienda de provincia que mantenía esta sucursal en Santiago por orgullo provinciano, pero la mayor parte de su ventas las hacía fuera, que sé yo en Molina o Cumpeo. Esa vez que cuento, cuando fui a comprar mis zapatos de fútbol, miré el catálogo de la tienda. Comprobé que era la única sucursal. Aproveché de recorrerla y estaba muy bien surtida. Puede ser que mi ex tuviese razón en algo.
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