lunes, 31 de diciembre de 2012

El Polvo



El San Diego que yo conocí cuando estaba en el colegio (el Barros Borgoño) era un San Diego lleno de polvo. Muchas vitrinas tenían el mismo mal. Me recuerdo una en especial: se llamaba “casa Calvetty” y su giro era la venta de instrumentos musicales. Sus vitrinas lucían innúmeras antiguallas polvosas. Esos casos de desidia son clara señal de decadencia. Una señal sociológica. Si tuviera una fotografía de esa tienda la mostraría. Muchos seres andan por la vida polvosos y con la visión de una fotografía como esa quizá recapacitarían. La casa Calvetty ya no existe. Quedaba junto a “La leona de Castilla”, que existió hasta hace poco.
        Otra famosa tienda polvosa es la Casa Keim, cuyo giro son los componentes electrónicos. Venden bolsas de leds, bolsas de diodos, bolsas de resistencias, bolsas de condensadores, etc. Antiguamente estaba en San Diego casi al llegar a 10 de julio y actualmente se halla en la propia 10 de julio. 
        Los locales polvosos parece que van en retirada. Ahora los escaparates lucen mucho mejor mantenidos. Una que mantiene el gusto por el polvo (de la que ya hablé en otra oportunidad): la librería Muñoz Tortosa, alias Libros de Ocasión (http://www.eje-san-diego.blogspot.com/2008/11/libros-de-ocasin.html). Y también la librería de la foto, en San Diego, casi llegando a Coquimbo. Aunque sea librería, no vende libros sino que artículos de escritorio. Una anomalía en ese sector, pletórico de tiendas de informática.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Dónde no comer: Delicias de Chiloé


A veces siento que la calle San Diego es la calle de los fracasos inesperados. Tengo varios ejemplos de proyectos grandiosos y enormes que se vienen abajo en algunos meses, dejando tras de si otro cartel abandonado. Debo recordar que de carteles abandonados ya he hablado en este bloghttp://www.eje-san-diego.blogspot.com/2010/05/carteles-olvidados.html
            Dentro de los fracasos inesperados está el Restaurant “Delicias de Chiloé” (ex Manjares de Chiloé), ubicado en la intersección de las calles San Diego y Copiapó. Al principio era un gran lugar para ir comer. Excelente atención (una de las garzonas era colombiana) y la comida era barata. Un salmón a la plancha con Puré (puré de papas reales y sobre todo chilotas, no puré en caja) costaba 4 lucas. Y la preparación era buena. Era el restaurante ideal: bueno bonito y barato. Y yo agregaría que abundante. Tenía otra gracia: vendían productos chilotes. Salmones al vacío, luche, ajos, papas de muchas variedades, chicha de manzana, embutidos, etc. Era una gran idea y parecía irles bastante bien. 
         Hasta que al dueño se le ocurrió vender. El nuevo dueño mantuvo toda la infraestructura. Pero le cambió el nombre, echó a las garzonas y lo cambió por un garzón ebrio y un poco demente que jamás traía lo que uno pedía. El cocinero parece que tampoco era el mismo. Los precios dejaron de ser económicos. Y para peor, el administrador era un huevón “pasao pa la punta” que siempre estaba tratando de encaletarte un producto chilote, hablándote en un tono de superioridad, por el hecho de ser del sur. El local se volvió insoportable. La última vez que fui (o que intenté ir) estaban dando un partido de Chile. Yo iba con mi hija en coche. Entré y el garzón alcohólico se me puso al frente. “¿Que busca aquí?” , me dijo. Parece que estaba con delirium. Su hálito alcohólico era fuerte. “Vengo a un restaurant, ¿esto es un restaurant o no?”. “Es que está todo reservado”, me dijo. “Hubiera partido por ahí”, le grité y me fui dando un portazo. No he vuelto a ese lugar. Quería adjuntar una foto de la época en que el restaurante era bueno, pero finalmente opté por mostrarlo como es ahora.

martes, 25 de diciembre de 2012

Punto Final



Sin duda estamos en unos tiempos en que la lectura de la prensa no necesariamente nos lleva a la realidad. Mucho del contenido de la prensa se halla completamente manipulado. Y sobre todo, los medios escritos se han concentrado en solo dos manos. Por eso, siempre es agradable comentar sobre idealistas que sobreviven a pesar de la concentración. Uno de ellos, es la revista Punto Final. Y para suerte de nuestro barrio la revista se halla ubicada en la calle San Diego. En el número 31, es decir en la primera cuadra.
            Muchos creen que la calle San Diego es de vocación izquierdista, lo que no necesariamente es cierto. Alberto Mayol lo cree así. En el capítulo 2 de su “Derrumbe del modelo” dice “hablar del modelo económico sonaba a comentario de trasnochado izquierdista, a copas de vino barato y a bar de San Diego”. No sé si eso es un halago para la calle. Por otro lado, nunca he escuchado conversaciones izquierdistas en los bares de San Diego, salvo las que se producen en mi propia mesa. Pero debe haber muchas. Al menos dentro de la calle existe este faro izquierdista que es la revista Punto Final. Quizá debido a ella Mayol dice lo que dice. Si alguno quiere visitar sus instalaciones (yo no lo he hecho), no tiene más que buscar el departamento que se indica en la foto.
              La historia del nombre de la revista es curiosa. Cuando surgió, allá por el año 65, el objetivo era hacer una revista en que los temas fueron agotados completamente por cada autor, es decir, “hasta su punto final”. Vendría a ser un símil de lo que actualmente es CiperChile. La revista fue cerrada el 73. Pero ha persistido en su permanencia. Sobrevive en San Diego. Joaquín Edwards Bello, en una crónica de año incierto, nos informa que “un diario vespertino preside la primera lonja dela calle castiza con sus bobinas de papel, sus tiras de metal, sus prensas y linotipias”. ¿De qué diario hablaba? ¿se estaría refiriendo a la Punto Final? No lo sé de momento.


sábado, 22 de diciembre de 2012

Ratones


Toda la ciudad tiene ratones. He escuchado varias estadísticas al respecto. Algunos los estiman en 3 ratones por persona y otros llegan a la fabulosa cifra de 7 ratones por persona. ¿Donde están esos millones de ratones?: en las rendijas, en las grietas, en las alcantarillas. Como se sabe, los barrios viejos son muy abundantes en alcantarillas y rendijas, por lo tanto, gran parte de la población ratonil debe estar en los barrios viejos. Yo he visto muchos, siempre de noche. En mi propia casa se escuchan rasquidos bajo las tablas. En otras oportunidades he visto ratas cruzando la calle, subiendo alguna fachada o corriendo por el parque. A veces se les ve simplemente muertos, como el de la foto.
            Quiero contar una anécdota para ilustrar el punto. En una oportunidad estábamos con mi mujer conversando en la plaza. Una mina que iba pasando (bastante atractiva), nos dice: “tengan cuidado chiquillos porque de los árboles caen ratones”. Pensamos que se trataba de una loquita. Mucha tele, mucha pastilla o ganas de molestar a la gente. La vimos alejarse. Un par de minutos después cayó un ratón a nuestros pies. Nos vio y orrió hacia el tronco del árbol para subirse de nuevo. En conclusión, los árboles de los barrios viejos deben ser abundantes en ratones. ¿Cuántos ratones por árbol?. Ignoro esa estadística.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Santa Isabel, una calle que no existía




Una de las calles que llaman la atención en el barrio, o que por lo menos a mi me llaman la atención, es la calle Santa Isabel. Hay varios motivos: la gran cantidad de automotoras, la existencia de una ciclovía, el arte gráfico de sus murallas. Hay un motivo adicional: la gran cantidad de construcciones “cortadas” que existen allí. La existencia de ese fenómeno es prueba inequívoca de expropiaciones. Y donde hubo expropiaciones, hubo “interés nacional” que requirió la medida. ¿Qué interés nacional hubo en Santa Isabel? La respuesta es obvia, pero hace poco obtuve los detalles: Santa Isabel no existía y fue construida en base a unir diversas callejuelas sin salida que existían desde tiempos inmemoriales, quizá desde finales del siglo XIX.
            Una de esas callejuelas era Inés de Aguilera. Empezaba en San Diego y terminaba en Arturo Prat, es decir, era una de las laterales de la iglesia de los sacramentinos. Según Joaquín Edwards bello, esa calle estaba llena de inmigrantes y vaciadores. Dice “Al costado del templo los Sacramentinos se encuentra la corta calle Inés de Aguilera, dedicada al comercio ígneo de vaciadores de navajas, tijeras, cortaplumas, cuchillos. Los nombres de los negocios recuerdan la procedencia de la migración incesante y sorda de humanidad en el cauce de la calle: Boston, Palermo, Versalles, Egipto, Barcelona, Ritz, Barrio Latino, Roma, Londres, Viena”. La apertura de esta avenida se hizo en una época relativamente reciente. Según documento que he encontrado, la siguiente es la descripción del estudio previo a la ejecución del proyecto El estudio tiene como requisito fundamental proponer alternativas de solución a los problemas de tránsito existentes en la red del scetor centro sur-oriente de Santiago que consideren la conexión y el redimensionamiento de un conjunto de calles hoy alineadas pero interrumpidas, conformando así una avenida continua que integre la Avda. José Arrieta en el extremo oriente de la ciudad con Diagonal Oriente; Pero L. Ferrer, Santa Isabel, Ricardo Santa Cruz, Inés de Aguilera y la calle Las Heras hasta su intersección con la Avda. Norte-Sur”. ¿Fecha del estudio anterior? 1986 a 1987. Es decir, la ejecución debe haberse terminado a principios de los 90. Cuando yo recorría el lugar en mi época de borgoñino, la apertura ya estaba realizada. Como pueden ver en el antecedente anterior, el objetivo era resolver los problemas de tránsito. Un objetivo que se cumplió, pero que rápidamente perdió efectividad: los autos siguen aumentando. El complejo de culpa municipal le ha instaló posteriormente la ciclovía.
            La foto muestra un inmueble que debió ser “cortado”, literalmente, para dar paso a la nueva avenida. Aun quedan restos que lo que fue originalmente. 
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