domingo, 18 de noviembre de 2012

Sopaipillas


Según los libros históricos que he leído, en la segunda mitad del siglo XIX (luego de una importante migración hacia la minúscula capital de esa época), aparecieron tres tipos de soluciones habitacionales para los recién llegados: los "cuartos redondos", los conventillos y los ranchos. Los cuartos eran lo más “acomodado” y con mejor trato. Además, era la solución que se hallaba dentro del sector más urbanizado de la ciudad. Por el sur, ese sector urbanizado solo llegaba hasta Av. Matta, con suerte. Más allá de Av. Matta, la vivienda eran sobretodo ranchos y alguno que otro conventillo.
Dentro de los “cuartos redondos”, quienes tenían mejor suerte alcanzaban a conseguir alguno que diera hacia una calle principal. Digo que eso era una suerte, porque rápidamente la ventana se convertía en despacho y lugar de venta. Sobre todo de frituras y comidas callejeras. El gusto por las frituras se ha mantenido hasta hoy en el espiritu del chileno.
Respecto de utilizar la ventana como expendio, en mi barrio hay un lugar que redescubrió esa solución del siglo XIX en pleno siglo XXI. Por supuesto, tiene evidentes deficiencias higiénicas, pero no es mucho más lo que puede objetarse: cada cual tiene derecho a ganar un adicional, cualquiera sea el mecanismo. La ventana que muestro partió tímida (solo sopaipillas y los necesarios aderezos), pero rápidamente fue adquiriendo validez y fama. Ahora es venta de diversos tipos de sanguches, café, te, etc etc. Inclusive, ahora posee lista de precios y como pueden apreciar en la fotografía, es bastante larga. Además proporciona conversación gratis, televisión inclusive bancas. Es decir, es una ventana a un mundo paralelo para los múltiples trabajadores que pululan en las mañanas por los alrededores del Tottus: camioneros, cajeros del supermercado, empaquetadores, guardias, reponedores y diversos mecánicos del submundo de 10 de julio. Porque es a ellos a quien debe su impensado éxito.

martes, 13 de noviembre de 2012

Signos de la revolución



Durante las protestas estudiantiles del año pasado, Plaza Almagro fue escenario de gran parte de los enfrentamientos más violentos. De eso quedaron muchas señales por el barrio y por la plaza. Stenciles, rayados, panfletos pegados, papelografos, etc. Destaco los stenciles, esa nueva y rápida forma de arte callejero que se ha tomado los barrios viejos. El primer requisito de los stenciles es ser abundantes en ingenio. Uno de los más curiosos que me tocó ver fue el de un mono con un látigo en la mano. Clara alusión al mono de la película “El planeta de los simios”, aquel remake estrenado el año pasado y que incitaba a la revolución. Fue una película inspiradora para algunos de los estudiantes, parece. La foto que adjunto prueba esa extraña conexión. El mono estaba pintado en el suelo, afuera del Tottus. Digo “estaba”, porque el continuo avanzar de la gente lo ha borrado. Alcancé a registrarlo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Hotel Maury


Por algún motivo que no he investigado suficiente, pero que intuyo bastante, el sector de San Diego estuvo lleno de Hoteles en otra época. De hecho, Joaquín Edwards Bello, cita algunos en su crónica “Calle San Diego” (inserta en su libro Feopolis): “el incendio en la Plaza Almagro destruyó un hotelito para tortolos por ratos, el Colemono y otros negocios románticos”. Más adelante señala “¡Qué de hoteles! El Fornos, donde la maleta de Claudio de Alas fue roída por las ratas en el sótano”. Los motivos por lo que yo intuyo gran abundancia de hoteles son 2: la gran cantidad de locales nocturnos que invitaban a una escapada romántica y la gran cantidad de viajeros que circulaban por el sector debido al terminal de buses en Plaza Almagro. Por lo tanto, debieron abundar y de eso aun queda alguna huella. Algunos hoteles que aun se mantienen: el Smart, el Cat, el Paradiso y el Maury. El primero fue posteriormente comprado por esa especie de holding barrial en que se ha convertido “The Pipos”: partió siendo un topless en Alonso Ovalle con Nataniel. Luego compró el topless Tropicana, después el bar junto al Normandie y finalmente el hotel Smart. Pero esa es otra historia.
            Pero de todos, es el hotel Maury el único que merezca el nombre de hotel. El resto son todos moteles de categoría menor. En una oportunidad, entré al hotel Maury: buscaba un lugar donde pasar una noche de año nuevo. Quería conseguir una buena visión para los fuegos artificiales. Por suerte, yo no andaba solo. Entramos por la puerta estrecha que posee y subimos dos pisos de escaleras empinadas. El hotel queda en el tercero (en el segundo hay un pool) y tiene enormes habitaciones, con muy buena vista y un aspecto antiguo, pero no incómodo. Me sentí como buscando una alojamiento en La Habana. Finalmente decidimos no quedarnos, pero algo alcanzamos a conversar con los administradores: se veían gente tranquila. Después descubrí dos cosas. Una que “Maury” es el nombre de un famoso hotel europeo y que el Maury de San Diego tiene página web. Dejo la dirección:  http://www.hotelmaury.cl/

La foto que adjunto muestra la estrechísima entrada que da hacia Tarapacá, en la vereda frente al Normandie.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El cuartel San Diego



Dentro de las múltiples curiosidades que es posible hallar dentro de la historia de la calle San Diego, una de las más notables tiene relación con el origen de Chile como estado independiente. Cuando los “exaltados” se hacen del poder al mando de José Miguel Carrera (1811), su base de operaciones fue el Cuartel San Diego. En ese lugar, prácticamente se fraguó la independencia de Chile. Pero no fue lo único que ocurrió en ese cuartel.
            El 23 de marzo de 1818, luego de la batalla conocida como “La sorpresa de cancha rayada” en que fuerzas realistas vencieron a los patriotas, el pánico cundió en Santiago generándose una estampida generalizada de patriotas que veían como nuevamente fracasaba la revolución. En ese contexto, Manuel Rodríguez se presenta en el cuartel San Diego (que era decididamente carrerista y, por lo tanto, constituía la oposición a O’Higgins) y lanza su famosa frase “¡Aun tenemos patria ciudadanos!”. A continuación reúne a unos pocos partidarios, se declara Director Supremo y funda el batallón de los Húsares de la Muerte. Se creía que O'Higgins había muerto en la batalla y este acto, casi de suplantación por parte de Manuel Rodríguez, sella su suerte.
            ¿Dónde estaba ubicado tan célebre cuartel?. Según los antecedentes históricos que he podido recabar, en el patio del convento de San Diego. Actualmente allí se encuentra la Universidad de Chile y el Instituto Nacional, que como se ha demostrado persistentemente, en múltiples ocasiones y revueltas, sigue aun bajo el signo de la rebeldía del guerrillero.
            La foto muestra el aspecto del cuartel San Diego en los agitados días de las protestas del año 2011. Es la misma agitación que debió existir en 1811 o en 1818.
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