martes, 28 de octubre de 2008

Los perros neonazis


Ayer iba por la calle un poco enfermo. Buscaba un poco de sol. En la calle abunda y en mi casa no entra ni una sola gota. Eso es una injusticia. Llegué hasta la plaza Almagro. El sol lo veía en los departamentos, arriba en el cielo, pero acá no llegaba porque lo tapaban otros departamentos y así. Consecuencias de la explosión demográfica y el desarrollo inmobiliario. De pronto, en medio de las Stonehenge de la plaza Almagro (ver foto) veo un poco de sol y me acerco. Había gente arriba y supuse que habían pensado lo mismo. Unos perros daban vueltas. Cuando llegué mas cerca, uno de los perros me ladró. No se veía demasiado feroz, así que levanté una ramita para que fuera a jugar más lejos. El perro se asustó o creyó que lo golpearía con la ramita. Fue cuando, de la nada misma, apareció un perro bastante más musculoso y feroz. Casi llegó a mi cara y trataba de morderme sin lugar a dudas, cosa que finalmente logró. Mordía fuerte el condenado. Tuve que adoptar posiciones de lo más extrañas para poder defenderme de ambos. Entonces apareció un tercer perro. Ya no podía darme vuelta y huir simplemente: me morderían por la espalda para dejarme caer. Entre molesto y asustado, pero sin tener bien ninguno de los sentimientos, solo el deseo de salir del problema, empecé a retroceder lentamente hasta un lugar más seguro. Pero me hallaba rodeado. Tenía que espantarlos un poco para tener la suficiente distancia y luego alejarme. Los perros tenían el objetivo de morderme. Uno de ellos, el más agresivo y musculoso, me mordió en las piernas y luego se me fue con los brazos. Por mi parte yo les ofrecía los brazos: andaba con una chaqueta bien resistente, y debajo infinidad de chalecos, y sabía que los colmillos de este perro no podrían atravesar la protección. Efectivamente, el perro mordió mi brazo y se dio cuenta que no llegaría muy lejos. Así que extrañamente se dio media vuelta y se fue. Como era el perro líder los otros también se fueron. La lucha que cuento debe haber durado unos 5 a 10 minutos. A mí me parecieron eternos. Cuando me alejé vi que mucha gente me miraba, entonces me vino lo que no tuve: el miedo. La cuchara se me aceleró al máximo. Yo me dije, si la gente me miraba ¿porqué no trataron de ayudarme? Pero la gente nunca interviene. Me senté en una banca cercana a mirar a los perros. Uno de ellos me había seguido y cuando vio que lo observaba se asustó y se fue. Se fue a buscar refugio en un grupo de pendejos que estaban en un borde de las Stonehenge. El grupo formaba un círculo. Los perros eran de ellos. Tenían un aspecto raro esos pendejos. Usaban una especie de uniforme germánico y un tipo más viejo, de lentes, les hablaba. Pero no podía ver si alguien más hablaba además de esta especie de gurú. Me dieron la impresión de unos nazis que asistían a un taller de formación de cuadros. Entonces pasó una señora con aspecto muy pobre y los perros se le fueron encima. La señora huyó de inmediato y los perros intentaban morderle la pantorrilla. A los pendejos la escena no los sacó de su ensimismamiento: ahora parecía como que rezaban. Después pasó un viejo que juntaba cajas. Otra vez los perros lo atacaron. Entonces comprendí que los perros tenían predilección por la gente mas pobremente vestida o que hacía tareas más humildes. Como yo también. La tarea de buscar el sol cuando se está con gripe, es también una tarea humilde. De pronto los pendejos se pararon de golpe e hicieron un saludo que podía interpretarse como un “heil hitler” a la chilena. Se sentaron de golpe otra vez y el líder llamó a los perros. No era para proteger a los transeuntes. Era para ponerlos al centro del grupo e iniciar una especie de ritual. Parece que no solo eran nazis sino también satánicos.
Cuando empecé a irme a mi casa, impresionado con la escena, tres horas después de lo que cuento, los pendejos seguían con sus rezos en el círculo y no tenían aspecto de querer irse. Los perros habían desaparecido quizá abducidos por una oscura fuerza, cuyo origen es la Antartida donde se enterrado el Führer.

jueves, 23 de octubre de 2008

Resumen atolondrado de cómo es vivir en San Diego


Vivo en 10 de julio, lugar estratégico para cualquier paseante urbano. Sin conciencia de ello me he dado al paseo indiscriminado por lo que podríamos llamar "barrio San Diego". Es cosa de mirarlo para darse cuenta que constituye uno de los lugares mas atractivos de Santiago, especialmente para poetas de mala muerte y narradores, también, de mala muerte. Entre Matta y Alameda hay dos teatros, infinidad de librerías, un parque, mucho comercio. Es también la depositaria de una cultura propia, floreciente en los 50-70, donde abundaban las “revistas”, las tiendas de fabricación nacional, los nombres nacionales para ciertos productos (sobre todo Cóndor, Caupolicán, Copihue,etc), las librerías y todo quería imitar la calle Corrientes, en una escala nacional. En San Diego es donde se halla la casa del pie chiquitito, la casa Keim, la casa amarilla, la casa lopez, etc. Innumerable cantidad de casas. No puede negarse que el apelativo de “casa” es curioso. Es muy posible que en tiempos mas antiguos esos lugares fueron, efectivamente, casas. Allí vivía gente, a la manera de los solares españoles, donde es toda la familia la encargada de elaborar morcillas. Ahora toda la familia la encargada al comercio de electrónica.


San Diego no es solo comercio, sin embargo. Es también aventuras. ¿Cuantos crímenes se han cometido en sus calles? Yo no lo sé, pero me atrevo a creer que son todos notables. Es decir, todos darían lugar a cuentos, novelas, películas. Ya han dado lugar a nota periodística. Hace poco hubo un asesinato al frente de mi calle. Al tipo lo faenaron con un bate de béisbol, la discusión empezó en “los reta’”, actualmente “reto al destino”. Recuerdo que Carlos Droguett nos dice que “Eloy” acostumbraba pasear por San Diego. ¿Como es que no han puesto una placa recordatoria que diga "aquí planeó un asalto el famoso Ñato Eloy"? Una noche me topé de frente con dos hip-hop que trataban de romper una cortina metálica en Eleuterio Ramirez con San Diego. No fui el único que los vio. Se sintió una sirena y los pendejos corrieron. Los pacos dispararon al aire. Uno de ellos se detuvo y puso “las manos arriba” en un acto instintivo que se ha copiado de todas las películas gringas. El otro siguió corriendo. Los pacos tiraron a matar. Los hip-hop doblaron una esquina y se me acabó el espectáculo gratis. Sentí pena por el par de hip-hop; no es fácil correr con esos pantalones modelo "bolsa de caca". Quizá en ese minuto los filmaban para una película futura y algún director los transforma en leyenda y los exhibe en el Normandie (otro reducto de San Diego) o el paco Rivano (el dramaturgo del Barrio) hace una obra de teatro que la exhiben en el Cariola o el Caupolicán.. Como no está de moda la delincuencia, ni explayarse sobre el romanticismo, mejor será que la deje de lado.


San Diego es una calle que empieza en la Alameda y termina en Franklin. Este eje queda así gobernado por dos polos opuestos y semejantes. Comparten el desorden, aunque el polo Flanklin es mucho más popular. Allí queda el Barros Borgoño, en cambio en el polo Alameda está el Instituto Nacional. En Franklin abundan los bares y los pooles. En la Alameda está saturado de librerías. Estas diferencias son notables. Un arqueólogo podría deducir con facilidad el desarrollo que tuvo la ciudad; la pobreza al sur y la riqueza al norte, los delincuentes al sur, los intelectuales al norte. El contacto debió tener muchos frutos. Al sur estaba la inspiración aventurera del norte.


Mi propia vida ha sido totalmente afectada por el fenómeno San Diego. No puedo olvidar mis caminatas desde mi colegio (el Borgoño) hasta Matta para tomar micro. Este recorrido lo hacía con el evangélico Esteban o el negro Cirilo o el Hueso. El negro cirilo tenía una costumbre que a mi me avergonzaba. A cada mina que pasaba (sistemáticamente) le decía "como está mi amor, que linda amaneció hoy, etc". El tipo era un As. Cuando le pregunté porqué lo hacía, me dijo con franqueza que para payasear. No me habló de su hombría ni nada. Según él, quería desarrollar lo “carerraja”. Ahora yo mismo vivo en San Diego. Mas arriba eso si, con 10 de julio, un lugar bullanguero y chorongo donde rige la ley del mas fuerte: Hay insultos que no se deben aguantar y el que lo hace “coopera”. Es un poco carcelaria la lógica. Me ha tocado más de alguna vez parar en seco a los graciocitos.


Como San Diego tiene de todo no me hace falta ir muy lejos cuando quiero insumos. Si me dan ganas de correr o jugar a la pelota me voy a plaza Almagro (los cabros están jugando cada día mejor) o al Parque O’Higgins, los libros están también ahí, puedo llegar sudado con la pelota (comprada en San Diego) y decir a cuanto tiene la estadio, la National Geografic o la Manara.
Tener todo cerca puede poner flojo a cualquiera, olvidado de las micros y los tacos, las rabias y los viajes eternos; una especie de utopía, el fin de semana alargado a la vida. La máxima solución es que trabajo a pocas cuadras. Ir caminando a todas partes es mi realidad.


San Diego sobrevive y espero que esta nota le de algo de la vida que ha perdido.

lunes, 13 de octubre de 2008

Algunos bares de San Diego

En San Diego hay bastantes lugares donde tomarse una cerveza. Todos ellos están asociados a una cierta cultura deportiva gurlitzera. Los bares de San Diego, en alguna época, se diferenciaron entre los que daban el fútbol y los que no. Ahora no hay diferencias; todos dan el fútbol. Cuando uno entra, por ejemplo, al “Otto Mass” o al “Reto al destino”, uno sabe que se puede tomar una cristal o una escudo. No vaya con pretensiones proto-cuiconas de conseguir una cerveza de esas que se vanaglorian de existir desde los tiempos en que existían los onas, “en el lugar más austral del mundo”. No. Lo único que logrará será cristal o escudo. En el “Roma”, sin embargo, a usted le pueden sorprender con Becker o una Stella Artois, pero el Roma todavía tiene un cierto contagio con el Teatro Cariola, de ahí su gran “mundo” en cervezas.

Por supuesto que en todos los locales a usted le agasajan con los partidos del Fútbol nacional e internacional incluso. Si usted está en su casa y de pronto sintoniza un partido en la radio (Palestino – Audax, por ejemplo), lo primero que se dice es “voy a ir a verlo”. Si uno se consigue un yunta en la correría, pueden ser un par de litros de Chela en cualquiera de esos barsuchos para luego rematar con las cancioncillas del gurlitzer. La variedad es amplia. Puede ir desde los clásicos de la cebolla (como Lucho barrios o Leo Dan) o Ritmos Sound, hasta cosas más complejas como AC/DC. Estos últimos tienen mucha aceptación. Sobre todo su clásico “Rompebolas”, en vivo, ese en que sale una mina gringa y tetona, con una cartel que dice “Angus, rompe mis bolas”.

Dentro de los locales de interés puedo detenerme en el “Reto al Destino”. El actual dueño es un viejo que siempre está cambiando de garzonas. Ha tenido algunas notables. Recuerdo que un día salí con una de ellas. Resultó ser una estudiante de trabajo social con interés por los intelectuales de izquierda. Una cosa en extremo inesperada considerando lo que es el “Reto al destino”: un local chico, maloliente, frecuentado por mecánicos de 10 de Julio. Es más: allí ocurrió un crimen o, mejor dicho, allí “se dio inicio a los acontecimientos”, como diría Carlos Pinto. Porque una discusión subió de tono, la discusión continuó afuera y luego, en la esquina de San Diego con 10 de Julio, alguien sacó un bate de béisbol (de esos chicos que usan los taxistas) y le mandaron “su batazo” al disconforme. Murió en el acto. El local fue clausurado. En esa época se llamaba “Los reta’s” y su dueño era un ex-milico, bajo de estatura, que siempre estaba con el uniforme puesto. El local se mantuvo cerrado bastante tiempo.

Otro local de interés era “Los braseros de Lucifer” de larga tradición. Y digo “era”, porque un misterioso incendio lo devoró hace un tiempo y yo imagino que una inmobiliaria debe haber estado detrás del “siniestro”. Es muy posible que en su lugar se levanten 20 o más pisos de edificio. Por lo menos, es un secreto a voces que “Los canallas”, que está al lado de lo que queda de los “braseros”, lo van a cerrar. Así que si pueden, vayan. Pero, para calmarles la euforia de ir a despedir a “los canallas” les contaré mi caso. Yo traté de entrar hace poco, pero me salió alguien que parecía el mismísimo dueño para decirme: “aquí no se entra sin reserva, si usted quiere venir mande 10 lucas con el junior. Otra cosa: aquí no es para tomar, es para comer, así que si no come no venga”. Y nos cerró la puerta en las narices. En fin, parece que el hombre era un canalla auténtico.

Algunos bares de San Diego

En San Diego hay bastantes lugares donde tomarse una cerveza. Todos ellos están asociados a una cierta cultura deportiva gurlitzera. Los bares de San Diego, en alguna época, se diferenciaron entre los que daban el fútbol y los que no. Ahora no hay diferencias; todos dan el fútbol. Cuando uno entra, por ejemplo, al “Otto Mass” o al “Reto al destino”, uno sabe que se puede tomar una cristal o una escudo. No vaya con pretensiones proto-cuiconas de conseguir una cerveza de esas que se vanaglorian de existir desde los tiempos en que existían los onas, “en el lugar más austral del mundo”. No. Lo único que logrará será cristal o escudo. En el “Roma”, sin embargo, a usted le pueden sorprender con Becker o una Stella Artois, pero el Roma todavía tiene un cierto contagio con el Teatro Cariola, de ahí su gran “mundo” en cervezas.

Por supuesto que en todos los locales a usted le agasajan con los partidos del Fútbol nacional e internacional incluso. Si usted está en su casa y de pronto sintoniza un partido en la radio (Palestino – Audax, por ejemplo), lo primero que se dice es “voy a ir a verlo”. Si uno se consigue un yunta en la correría, pueden ser un par de litros de Chela en cualquiera de esos barsuchos para luego rematar con las cancioncillas del gurlitzer. La variedad es amplia. Puede ir desde los clásicos de la cebolla (como Lucho barrios o Leo Dan) o Ritmos Sound, hasta cosas más complejas como AC/DC. Estos últimos tienen mucha aceptación. Sobre todo su clásico “Rompebolas”, en vivo, ese en que sale una mina gringa y tetona, con una cartel que dice “Angus, rompe mis bolas”.

Dentro de los locales de interés puedo detenerme en el “Reto al Destino”. El actual dueño es un viejo que siempre está cambiando de garzonas. Ha tenido algunas notables. Recuerdo que un día salí con una de ellas. Resultó ser una estudiante de trabajo social con interés por los intelectuales de izquierda. Una cosa en extremo inesperada considerando lo que es el “Reto al destino”: un local chico, maloliente, frecuentado por mecánicos de 10 de Julio. Es más: allí ocurrió un crimen o, mejor dicho, allí “se dio inicio a los acontecimientos”, como diría Carlos Pinto. Porque una discusión subió de tono, la discusión continuó afuera y luego, en la esquina de San Diego con 10 de Julio, alguien sacó un bate de béisbol (de esos chicos que usan los taxistas) y le mandaron “su batazo” al disconforme. Murió en el acto. El local fue clausurado. En esa época se llamaba “Los reta’s” y su dueño era un ex-milico, bajo de estatura, que siempre estaba con el uniforme puesto. El local se mantuvo cerrado bastante tiempo.

Otro local de interés era “Los braseros de Lucifer” de larga tradición. Y digo “era”, porque un misterioso incendio lo devoró hace un tiempo y yo imagino que una inmobiliaria debe haber estado detrás del “siniestro”. Es muy posible que en su lugar se levanten 20 o más pisos de edificio. Por lo menos, es un secreto a voces que “Los canallas”, que está al lado de lo que queda de los “braseros”, lo van a cerrar. Así que si pueden, vayan. Pero, para calmarles la euforia de ir a despedir a “los canallas” les contaré mi caso. Yo traté de entrar hace poco, pero me salió alguien que parecía el mismísimo dueño para decirme: “aquí no se entra sin reserva, si usted quiere venir mande 10 lucas con el junior. Otra cosa: aquí no es para tomar, es para comer, así que si no come no venga”. Y nos cerró la puerta en las narices. En fin, parece que el hombre era un canalla auténtico.

Después de la lluvia


Esta foto está tomada en la esquina de Zenteno con 10 de Julio. Disfrutenla. Fue después de la última gran lluvia de este invierno.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...