miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tienda de Ropa "El sol"



Antiguamente existía en San Diego una tienda que se llamaba “El sol”. Ubicada frente a los juegos Diana el nombre no dejaba de ser bien elegido: el Sol daba de lleno en sus vitrinas al punto que el dueño, un hombre flaco que parecía haber tenido un buen pasar, instalaba unas cortinas gruesísimas para no afectar su mercancía. Pero era de esas tiendas antiguas, de esas que todavía pueden verse en provincia: el piso era de madera. Al entrar uno se veía en un recinto con mostradores y cajas hasta el techo. Cajas muy antiguas por cierto. De inmediato los alérgicos al polvo (como yo) sentían que se hallaban en un territorio peligroso. Solo en una oportunidad compré allí y me sentí totalmente estafado: unos calcetines caros y de material sintético que además me quedaban chicos. No hice ningún intento de ir a cambiarlos, pero en lo sucesivo recelé de su dueño. A poco fui comprendiendo su drama: casi nadie entraba a su tienda. Lo veía abrir a horarios increíbles y cerrar tardísimo. Se entretenía jugando dominó con otros viejos. Con el tiempo su caminar se hizo más neurótico y cada vez que me lo encontraba llevaba su mano en el mentón con la mirada perdida y como pensando en algo tremendo. Pronto comprendí de que se trataba; no le quedaba más remedio que vender su rincón y perder probablemente todo lo que tenía. Alguien me dijo que, para más remate, había enviudado unos años antes. Esos explicaba su estrambóticos horarios de atención. De todas formas, los productos eran de otra época. Eran, realmente, de muy mala calidad. Otro damnificado por las rápidas transformaciones que sufre San Diego y la ciudad entera. Ahora, ya no existe esa tienda. Un enorme edificio se levanta en su lugar. Por suerte pude sacarle una única foto a sus vitrinas mucho antes de su desaparición.

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